Diálogo y despotismo de las mayorías – La Discusión
Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Diálogo y despotismo de las mayorías

¿Cómo sería el mundo si en cada tema, todos opinásemos disciplinadamente de idéntica manera? ¿Qué expectativas podríamos hacernos de las leyes y políticas públicas si los llamados a redactarla pensaran lo mismo? ¿Qué representatividad podría tener el Congreso si sus integrantes estuvieran de acuerdo en todo?

Alexis de Tocqueville advierte que la concentración de poder, la uniformidad de pensamiento y la intolerancia introducen el “despotismo de las mayorías, de consecuencias peligrosas y funestas”, sintetiza uno de los mayores pensadores políticos y sociales del XIX.

Ex completamente legítimo que los partidos o coaliciones que logran mayoría la ejerzan para deliberar, según sus objetivos colectivos o institucionales. Pero cuando se participa en el espacio público, y los derroteros escogidos convocan y afectan a tantos, se debe estar disponible para dialogar y escuchar al que piensa distinto.

Por estos días vemos cómo el rechazo a la opinión ajena suele expresarse de manera activa en las redes sociales, donde el intercambio de insultos y difamaciones es bastante más usual que el debate pacífico. Constatamos, por ejemplo, que planteamientos que apuntan a transformar instituciones claves del modelo económico y político que ha regido al país en los últimos 40 años y beneficiado a poderosos grupos de interés son automáticamente encarnizados. ¿Será que temen inconscientemente ser convencidos? 

Las divergencias, dentro del marco democrático, deberían ser más motivo de optimismo que de desdicha. Qué mejor -por ejemplo- que la propuesta de pensiones que elaboraron los expertos del gobierno sea confrontada con otra de especialistas y centros de estudio de la oposición.

Antes de que a nuestros políticos se les olvide del todo ese valioso y democrático ejercicio, deben volver a revalorizar urgentemente al que piensa distinto y lo visto ayer en la Moneda, a propósito de la reunión del Gobierno y la oposición, es una positiva señal, por las buenas maneras que marcaron la tensa cita y porque se explicitaron divergencias no como una declaración de guerra, sino como un intercambio de posiciones e ideas entre seres civilizados.

Que el Gobierno sea minoría en el Congreso y esté además debilitado por la crisis política del caso Fundaciones, o que la oposición -hoy con control sobre el Poder Legislativo y el proceso constituyente- únicamente se autoabastezca con sus propias convicciones, no tiene por qué llevar a que asuntos trascendentales para la sociedad chilena, sobre todo para los sectores más vulnerables, transiten por un callejón sin salida.

Nuestra historia nos refiere las ocasiones en que los resentimientos y las antinomias constituyeron el motor de graves enfrentamientos. Si bien el momento actual no es afortunadamente comparable al de los trágicos años setenta, nunca está de más advertir sobre las consecuencias de vivir convencidos de que las únicas ideas válidas son las que circulan por nuestras cabezas y que exactamente ésas deberían transitar por todas las demás.

Empresa Periodística La Discusión © 2025. Derechos Reservados

© 2025 Kicker. All Rights Reserved.