La UdeC: del desarrollismo al neoliberalismo
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La U. de Concepción no ha sido ajena o indiferente a los cambios que se han producido a nivel internacional o nacional. Al respecto, ¿cómo ha sido, por ejemplo, el papel de la Universidad durante la etapa desarrollista y posteriormente durante la imposición del modelo neoliberal?
Hacia mediados de siglo XX, específicamente con la llegada en 1956 de David Stitchkin a la rectoría de la Universidad, se produjo uno de los momentos más importantes en cuanto desarrollo institucional a través de la vinculación que debía existir entre universidad y empresa. A partir de aquello, se impulsó con fuerza la concreción de los Institutos Centrales de Química, Biología, Física y Matemáticas, los cuales deberían ser, en palabras de Stitchkin, los laboratorios experimentales de las industrias, es decir, la universidad debía estar al servicio de las industrias, para de esa forma contribuir al desarrollo y riqueza del país. Lo anterior, era propio del modelo desarrollista imperante en aquellos años. Este modelo de desarrollo y el papel que debía desempeñar la Universidad se hicieron presente con mucha fuerza hasta el golpe de Estado de 1973. Incluso, a mediados de los sesenta, algunos académicos como el profesor Galo Gómez y los médicos Rafael Darricarrere y Hernán San Martín, también reflexionaban sobre el rol de la Universidad y cómo esta debía tener un papel central a la hora de contribuir para superar el subdesarrollo del país, comprometiéndose con los cambios estructurales.
El golpe de Estado de 1973, alteró todo este proceso. La intervención militar en el país y en las Universidades con los rectores delegados produjo un vuelco sobre el rol de las Casas de Estudio en la vida nacional, más aún en materia económica con la imposición del modelo neoliberal. A partir de entonces, las políticas de racionalización y autofinanciamiento se hicieron presente, pero no solo aquello, desde esa fecha la U. de Concepción estuvo en connivencia con el proyecto refundacional de la dictadura, siendo uno de los casos más emblemáticos la llegada a la Universidad el año 1979 del entonces joven economista Joaquín Lavín, quien se hizo cargo de la Escuela de Economía de la casa de estudios. Desde allí se fueron sentando las bases de una nueva forma de pensar la economía a través de seminarios, congresos y cursos respecto a las bondades de la política económica del régimen y los beneficios que esta traería para el mundo empresarial.
El propio Lavín expresó que la Escuela de Economía de la Universidad se debía convertir en “la autoridad” económica de la zona, además, de convertirse en una empresa que produzca ingenieros comerciales que sean buenos y que el mercado los acepte. Asimismo, agregó que los cambios impulsados por el régimen, han significado “una verdadera revolución”, en la cual hemos pasado “de un país estatista de ciudadanos acostumbrados a vivir al amparo del paternalismo y favores estatales, en un país de consumidores y productores”.