Zona norte de Ñuble suma ocho de los 12 accidentes fatales de las últimas tres semanas
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El comandante de Bomberos de San Carlos, Cristian Sepúlveda, completó el día de ayer un tercer viaje de rescate vehicular en la Ruta N-31, que une a San Carlos con San Fabián, en lo que va de esta semana.
Esta vez, fue un accidente que dejó a dos personas fallecidas, una mujer de 25 años, identificada como Camila Figueroa Garrido, quien habría muerto de manera instantánea; y al copiloto, identificado como Raúl Mella González, de 26 años, quien murió horas después mientras era asistido en San Fabián.
La mujer (quien conducía un vehículo Hyundai) intentó sobrepasar a otro auto que la antecedía, y producto de la neblina, no advirtió que en sentido contrario circulaba una camioneta Fiat Strada, impacatando frontalmente, quedando el otro conductor lesionado
“Ese camino, en invierno siempre presenta mucha neblina. Las tres veces que ya hemos ido, nos hemos encontrado con suelos resbaladizos, por lo que no es fácil mantener el control del vehículo”, explicó el capitán.
Este año, Bomberos San Carlos ha concurrido a 55 rescates vehiculares, mientras que en el total del 2023, hubo 80 rescates.
La colisión elevó a 37 la cantidad de personas fallecidas este año por accidentes de tránsito en Ñuble, con la particularidad que 13 de ellas (un 34%) han muerto desde el inicio del invierno, el pasado 21 de junio. A su vez, de los 12 siniestros fatales de esta temporada, ocho ocurrieron entre las comunas de Ñiquén, San Carlos y San Nicolás, es decir en los primeros 51,2 kilómetros que la Ruta 5 Sur tiene en Ñuble.
“Es en ese tramo donde se cumplen las cuatro horas de conducción entre Santiago y Ñuble, por lo que ya se supone que comienza a sentirse la fatiga. Por lo demás, ese es un tramo con rectas muy largas, lo que hace que el conductor pierda un poco el sentido de alerta y tienda a conducir a mayor velocidad”, explica el comandante.
El prevencionista de riesgo, exbombero e instructor de conducción, Pablo Pinto, añade que “hay que entender que existe una enorme diferencia entre velocidad permitida y la velocidad razonable. Con las lluvias que lavan todo el petróleo y el aceite que cae en los caminos, la carpeta se vuelve jabonosa; con la neblina, la visibilidad se reduce mucho, por lo que no se puede andar al máximo permitido”.
Finalmente, advirtió que “como profesor, me he dado cuenta que mucha gente llega a tomar cursos, ya sabiendo manejar, pero como les enseña gente que no es profesional, llegan con muchas mañas y, sobre todo, en las técnicas de estabilización del vehículo o de frenado. Lo peor de todo, es que para ellos es muy difícil desaprender esos malos hábitos”.