Se casó con la hija mayor de un expresidente de la República. Su nombre estuvo en la lista para ocupar un cargo de primer orden en la entonces Empresa de Comercio Agrícola, conoció a San Alberto Hurtado, cenó con Fidel Castro y Françoise Miterrand y tras el Golpe de Estado, se fue exiliado a México para volver a Chile en 1991.
Lo anterior es apenas un repaso de lo que fue la vida de quien fuera yerno del expresidente Salvador Allende, Héctor Sepúlveda Sepúlveda, de 86 años, la primera víctima fatal en Ñuble de este sistema frontal que ha afectado a la zona centro sur del país, y cuyo deceso se registrara el pasado lunes en la comuna de Coihueco, al lado sur del río Ñuble que divide el predio Las Veguillas con la comuna de San Fabián de Alico.
Conforme a los primeros informes de la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones de Chillán, Héctor González -quien se hacía llamar “Hito”- había tratado de conectar unas mangueras en medio del temporal, cayendo accidentalmente (de bruces según el reporte) a una poza a pocos metros de su modesta vivienda de madera, que se fabricó a los pocos meses de volver del exilio y separarse de Carmen Allende Bussi.
González era, en efecto, de familia ñublensina, pero su madre lo había enviado a estudiar a Santiago, al Colegio San Ignacio, ocasión en que mediante unas primas que eran amigas de las hijas del exmandatario, le presentaron a Carmen, con quien comenzó una relación que terminó en un matrimonio que le dio tres hijos.
Sin embargo, si la primogénita del doctor era conocida por ser la “menos política” de las tres hermanas (y única que no estuvo en La Moneda para el 11 de Septiembre), “Hito” lo era aún menos, dado que su familia jamás estuvo ligada a partido político alguno ni a debates de ese tipo de contingencia.
Fue mecánico de profesión, hombre de campo y si militó por el Partido Socialista lo hizo luego que Salvador Allende (quien siempre respetó su lejanía con ese mundo) le pidiera que “se decidiera”, pero jamás se involucró ni en las actividades y menos aceptó ese cargo en la Empresa de Comercio Agrícola que le ofrecieron una vez que Allende asumió la presidencia en 1970.
González vivía en un campo de cerca de 400 hectáreas que recibió como herencia de su familia, sin embargo, ocupaba apenas una parte con mediero para autoproducción y vivía en condiciones de modestia extrema, siendo una radio a pilas su única conexión con el resto del mundo, según consignó el diario La Tercera en la única entrevista que alguna vez dio, en septiembre de 2012.
Lo describen como un hombre de ojos claros, que resaltaban en medio de una larga barba tan blanca como su crecida melena, dándole un aire místico.
Pero no era sencillo hablar con él, no era amigo de las entrevistas y no recibía a personas muy a menudo. De hecho, incluso quienes convivieron como vecinos con él se han mostrado reacios a hablar públicamente del tema.
Fueron precisamente ellos, quienes dieron aviso del accidente a Carabineros. La Fiscalía de San Carlos le encargó las diligencias de rigor a la PDI.
El drama de vivir solos
“Yo no diría que era un ermitaño, porque era frecuente verlo haciendo diligencias en San Fabián, pero claro, tampoco era una persona que participara de actividades”, comenta el alcalde de la comuna vecina al fundo Las Veguillas, Claudio Almuna.
La autoridad añade que “este es un ejemplo entre muchos, de personas que arrancan de la ciudad a la tercera edad y vienen a vivir a un campo y cuidar animales, pero así es como se empiezan a aislar y luego sus hijos también pierden contacto con ellos. Viven en una soledad, en ocasiones dramáticas, muriendo solos en muchas ocasiones. Esta es una triste relidad que, creo, debemos abordar de mejor manera”.
