Señor Director:
Una vez rendida la Prueba de Transición Universitaria, el estrés solo disminuye un poco, pues los jóvenes se quedan a la espera de sus resultados y de las condiciones en las cuales enfrentarán el proceso de postulación a la educación superior. Para aquellos que enfrentaron el proceso con mejores herramientas, con mayor dedicación, sistematicidad y esfuerzo, será una espera tranquila. Sin embargo, para un número no menor, este periodo estará tan cargado de nerviosismo como el previo a la rendición de la PDT.
Recibir buenos resultados es lo deseable y si llegan serán muy bien recibidos, pero ¿qué hacer cuando los resultados no son los deseados o son insuficientes para las proyecciones planteadas? Sin duda que recibir noticias por debajo de lo esperado genera frustración, pesimismo y sensación de derrota; aquí son importantes el análisis racional de los resultados y el acompañamiento de la familia.
Lo primero es comprender que la universidad no es la única alternativa de estudios superiores. Si el objetivo es la universidad, es preciso entender que está la posibilidad de volver a rendir la prueba y en este panorama resulta importante la evaluación que se haga de las causas y factores que pudieron haber influido en los resultados con el fin de corregir y mejorar aquellos elementos que se detectan como posibles de mejorar. Se debe tener presente la frase que señala que para obtener resultados distintos no es válido volver a hacer lo mismo.
El apoyo de la familia es fundamental para enfrentar resultados deficitarios y superar de buena forma el estado de desánimo, transformándolo en instancia de crecimiento personal y compromiso con el propio desarrollo. Se debe recordar que de un tropiezo podemos sacar lecciones que nos permiten crecer. Esa es una lección de vida que si se sabe aprovechar permitirá, con esfuerzo, disciplina y sistematicidad, alcanzar las metas.
Roberto Reinoso Bascuñán
Facultad Ciencias de la Educación USS