“Yo siempre repaso el gol en internet y me emociona recordarlo. Se los muestro a mis hijos de 6 y 13 años, el más grande es chillanejo y vive en Chillán. Es lindo que la gente me recuerde por este gol que fue histórico y emotivo. Nosotros sabíamos después de ese gol que seríamos campeones en Linares. Fue el que más marcó en mi carrera porque me colgué de la reja, cerca de la banca de Curicó y se lo dediqué a mis padres y hermanos”, evoca Herrera desde Puerto Montt, donde ahora vive la pandemia del coronavirus, ya retirado del fútbol, trabajando en su empresa familiar que construye barcazas.
“Trabajo con mis hermanos, acá no ha parado la actividad económica, sí se han tomado las precauciones, pero las autoridades deben entender que la gente tiene que trabajar para parar la olla. Estamos viviendo un tema complejo, pero ojalá pase”, recalca.
La charla
El “Flaco” no olvida la campaña del año 2004. Recuerda que tras el dramático triunfo sobre Curicó Unido por la liguilla del ascenso, concentraron en el Hotel Quinchamalí en vísperas del duelo extra en Linares. Y ahí la charla de Luis Marcoleta marcó la senda del título.
“Ha sido la mejor charla que he escuchado. El ‘profe’ nos mostró un video donde salían nuestros familiares y nos daban aliento. Ahí nos mató. Salió mi viejo y mis hermanos. Fue emocionante. Todos llorando antes de subirnos al bus, pero ahí ya nos sentimos campeones”, revela Wladimir.
No solo Marcoleta lo marcó como entrenador “por su metodología y forma de potenciar el trabajo defensivo”, sino que también el que inició el proceso, Esaú Bravo, de quien recuerda que “era un técnico ganador, derecho, honesto y de gran convicción, dos grandes entrenadores que me marcaron”.
La relación con el actual alcalde de Chillán y otrora presidente de Ñublense, Sergio Zarzar, también la recuerda como “espectacular, porque era un hombre de palabra como todos los dirigentes de ese año”.
En el camarín de los “diablos rojos” Herrera hizo amigos, como el veloz puntero Manuel Rojas, aunque destaca “era un camarín unido, que en su momento supo decirse las cosas a la cara, directamente y eso nos sirvió mucho para salir adelante y campeonar”.
El defensor puertomontino reconoce que la campaña del 2004 la construyeron sobre la base de la mística y la entrega hasta el final, cuando nadie daba un peso por ellos.
Inolvidable
“Curicó Unido nos sacó seis puntos de ventaja en la liguilla, pero cuando perdió con Barnechea, sabíamos que tendríamos la opción en Chillán de aprovechar la ventana y no la dejamos pasar”, relata.
La postal del retorno de Linares a Chillán con la copa de campeón de Tercera División en 2004 quedó grabada a fuego en su memoria, que hoy alimenta con recuerdos de su paso por el Rojo.
“Ver eso, para uno que no lo había vivido, fue tremendo. La caravana en la carretera. Si hasta los carabineros celebraban junto al bus y al llegar a la Plaza de Armas de Chillán, la cantidad de gente fue impresionante. Nunca olvidaré ese logro y agradezco a los hinchas que siempre me recuerden. Y les pido que se cuiden en esta pandemia”, sentencia el “Flaco” Herrera, quien con un zapatazo le dio una de las más grandes alegrías a la hinchada de Ñublense.
Foto: Archivo La Discusión