Esta semana la sala del Senado despachó a tercer trámite la reforma que restablece el voto obligatorio, por 41 votos a favor y uno en contra, de la senadora independiente, Fabiola Campillai.
Un cambio de paradigma, luego de una década en la que se probó con la voluntariedad del sufragio.
Claramente la obligatoriedad de participar que estableció la reforma que permitió el plebiscito constitucional de salida fue el aliciente para que el proyecto -que ya había sido aprobado por la Cámara de Diputados, pero que dormía en el Senado-, retomara fuerzas, enarbolando las banderas de que este deber cívico se ha convertido en un profundo rito republicano.
La iniciativa, originada en dos mociones refundidas, entre cuyos autores están los actuales senadores -entonces diputados- Alejandra Sepúlveda y Esteban Velásquez, establece la obligatoriedad del voto en todas las elecciones y plebiscitos, salvo en las elecciones primarias, y establece que una ley orgánica constitucional fijará las multas o sanciones que se aplicarán, los electores que estarán exentos de ellas y el procedimiento para su determinación, entre otras cosas.
Durante el debate, los senadores conectaron la reforma con el “Acuerdo por Chile”, que busca avanzar en el proceso constituyente, señalando que al igual que esta iniciativa, lo que se busca es fortalecer la democracia del país.
Entre los legisladores que intervinieron, estuvo Matías Walker (ind.), quien sostuvo que “establecimos en esta reforma constitucional el principio de la obligatoriedad absoluta sin excepciones, y dejar regulado en un proyecto de ley orgánico constitucional, en el cual estamos trabajando en conjunto con la Segpres y el Servel, para ver quién estará encargado del proceso sancionatorio”.
Esteban Velásquez, uno de los autores de la moción, aseveró que “hace años presentamos este proyecto con la senadora Alejandra Sepúlveda, cuando no había mucho interés, y en la búsqueda de mejorar nuestro sistema democrático, y eso pasa por la búsqueda del perfeccionamiento de los procesos electorales y también en el ámbito de la probidad y transparencia”.
Desde RD, el senador Juan Ignacio Latorre planteó que “el voto es un deber cívico. Junto con ser un derecho civil y político, también es un deber cívico y está bastante comprobado en experiencia comparada que cuando los países adoptan el voto voluntario, lo que ocurre es que termina aumentando la abstención y de manera crónica, sistemática, termina aumentando la abstención de los sectores populares, y se termina elitizando el voto”.
Senadores locales
A nivel local, el senador por Ñuble, Gustavo Sanhueza (UDI), quien si bien votó en contra del proyecto en la Cámara de Diputados y siempre manifestó sus reparos respecto de obligar a las personas a sufragar; finalmente cambió de opinión, y en el Senado le dio su beneplácito a la iniciativa.
“No hay derechos si no existen deberes, y en ese sentido, el deber de participar en una elección debiera ser de todos los chilenos y chilenas que están en edad para votar (…) El voto obligatorio ayuda a fortalecer la democracia, porque va a permitir una participación masiva”, precisó.
La senadora Loreto Carvajal (PPD), en tanto, inmediatamente después del plebiscito de salida manifestó su interés por avanzar en el retorno del voto obligatorio, luego que más de 13 millones de electores sufragaran en aquel proceso.
“Después de la tremenda participación de la gente para el plebiscito, están toda la voluntad y todas las voces de manera transversal para avanzar en este tema, que no solo incluye la obligatoriedad del voto, sino también la gratuidad del transporte y la movilidad y la votación en las cárceles. Con 13 millones de chilenos votando, es la tónica que viene y llegó para quedarse, por eso existe toda la voluntad, se avanzará rápidamente y estoy absolutamente disponible”, afirmó en septiembre pasado.
