Señor Director:
El voto obligatorio incrementa el poder de los políticos, concentrado en las cúpulas de los partidos y hoy con una militancia residual, haciendo que la voluntad de los ciudadanos disminuya.
El voto voluntario aumenta el poder a los ciudadanos. Obligarlos a votar, con una multa como medida coercitiva, les priva de la libertad de expresar su rechazo mediante la abstención.
El voto obligatorio no mejora la calidad de los candidatos, más bien perpetúa la mala calidad, porque saben que tendrán votos cautivos, aumentado a su vez el financiamiento a los partidos con el reintegro por sufragio.
El voto voluntario exige a los políticos encantar y convencer al electorado con buenas ideas y credibilidad. El voto obligatorio llama a la flojera política con un discurso pobre.
Alfredo Schmidt Vivanco