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¿Será capaz Ñuble de avanzar hacia una economía sostenible sin agotar sus recursos naturales? ¿Podrá lograr un desarrollo armónico de su territorio y evitar el daño sobre valiosos ecosistemas? ¿Será capaz de enfrentar el cambio climático y desarrollar una “industria verde” que utilice energías limpias y renovables? ¿Seremos capaces de usar eficientemente el agua, reducir nuestra huella de carbono y recuperar cientos de miles de hectáreas de suelos degradados?
Respuestas a estas y otras preguntas son las que planteamos hoy con motivo del aniversario 154 de LA DISCUSIÓN, y que asumimos como una oportunidad para poner en el debate público el desafío de convertirnos en una región que brinde una adecuada calidad de vida a sus habitantes y respete el medio ambiente.
A partir de lo anterior, no son pocos los que plantean que se requiere un cambio cultural en nuestra sociedad, hoy inmersa en una vorágine consumista a partir de un modelo de crecimiento basado en la explotación de recursos naturales. Es por ello que la educación debe cumplir un rol clave en el cambio de mentalidad necesario para consolidar una visión superadora que incorpore la temática ambiental a las modalidades de las distintas actividades económicas de la Región, para arribar a un modelo de desarrollo que le dé sustentabilidad a una matriz productiva que podrá tener mucha innovación, agregación de valor y avances hoy desconocidos, pero que seguirá basándose en la explotación de nuestros recursos naturales.
De igual forma, en las ciudades urge afrontar con decisión los desafíos en materia de generación de residuos, y una preocupación integral por la calidad de vida de sus habitantes en equilibrio con el entorno, en aspectos tan diversos como la construcción, el transporte, la contaminación atmosférica y la disponibilidad de áreas verdes.
Ñuble puede y debe ser una región sustentable. Y es que más allá del eslogan, tenemos todavía la oportunidad de hacer las cosas bien, vale decir, no repetir los errores de otras zonas del país, donde las actividades productivas han depredado los ecosistemas y los recursos naturales sin límites, ante la mirada pasiva de sus autoridades y la impotencia de las comunidades afectadas.
Con cerca de 500 mil habitantes y un potencial reconocido en el ámbito agroalimentario y turístico, necesitamos impulsar una agenda de desarrollo sustentable que incluya a los problemas urgentes de la agenda social y ambiental, pero también que sea capaz de mirar el futuro y prepararse para la transformación de nuestros paradigmas productivos.
Pero este ejercicio de pensar un porvenir verde también está matizado por el realismo que sugiere analizar las posibilidades de alcanzar esas metas y los eventuales obstáculos que hay que enfrentar para efectivamente conseguirlas. En ese sentido, si bien hay que realizar esfuerzos, en algunos casos más importantes que otros, lo que parece vital es la voluntad de los diferentes actores regionales de hacer las cosas bien y abordar los desafíos pendientes en materia ambiental y social.
Esa es la invitación que hoy hacemos, visualizar una región que se desarrolla de forma sustentable, un futuro sin duda mejor para Ñuble y su gente, tal como lo hicieron hace 154 años los fundadores de LA DISCUSIÓN.