Uno de los efectos buscados con la creación de la Región de Ñuble, hace 3 años, era una mayor proximidad y cercanía de autoridades regionales con los diferentes actores que son parte del territorio, lo que incluye a los municipios, empresarios y emprendedores.
Con ello se ganaría en conocimiento, valoración, responsabilidad y rendición de cuentas, y la gestión se acercaría de mejor forma a la realidad, logrando identificar las urgencias, como los temas de mediano y largo plazo.
Lamentablemente, poco se ha avanzado. La pandemia, politización y sectarismo hicieron de esta interacción entre actores públicos y privados un ejercicio frustrado de complementariedad, apenas un diálogo entre unos pocos, restando más que sumando en materia de creación de alternativas de inversión y crecimiento económico local.
Por ejemplo, un aspecto que se debe abordar con urgencia es la información acerca de quién tiene interés de invertir en Ñuble, bajo qué condiciones y con qué expectativas, de modo de poder ofrecer los espacios territoriales propicios para ello.
Parte de la respuesta ya existe, y es la Estrategia Regional de Desarrollo (ERD) una visión estratégica de lo que se propone ser la región en los próximos diez o veinte años, distinguiendo las diferencias entre las 21 comunas, sus capacidades y limitaciones. Algunas ciudades y sus economías locales, como la de Chillán, han logrado cierta diversificación productiva, mientras que otras, la gran mayoría en realidad, están dominadas por un par de actividades o negocios, generalmente asociados a la agricultura y a la industria forestal.
Desde esta perspectiva, cobra especial importancia la interacción del sector público con los demás actores estratégicos, promoviendo la construcción de espacios territoriales competitivos que favorezcan el desarrollo comunal y regional a largo plazo.
En esta dirección -que de manera incipiente se aprecia en Quillón y Pinto con el turismo y en Chillán Viejo y San Carlos con sus industrias- se podrían facilitar a las empresas el acceso a una serie de servicios e insumos que fortalezcan su posición en los mercados, mejorando su productividad y competitividad.
El sector privado puede contribuir no solo con capital, sino también con conocimiento especializado, información o habilidades, mientras que el Estado podría ofrecer exenciones de algunos impuestos y sobre todo asegurar la zonificación y permisos para garantizar que los proyectos se lleven a cabo.
Es importante destacar que para atraer inversiones a las comunas se necesita mucho más que un recurso natural o un atractivo histórico. En tal sentido, el alto déficit de gestión de varias municipalidades son viejos problemas que deberán enfrentar las nuevas autoridades regionales, pues es una de las principales barreras para este objetivo de sinergia público-privada.
Y si de obstáculos se trata, hay que también poner mucha atención en los criterios de contratación de funcionarios, a fin que se privilegie la alta calificación de sus miembros y no el cuoteo partidario ni el pago de favores políticos. Lo concreto es que la necesidad de profesionalizar la gestión, se advierte cada vez con más fuerza. En síntesis, la atracción de inversiones y la posibilidad que éstas incidan positivamente en los niveles de bienestar de los habitantes de Ñuble, requiere de una visión estratégica y de autoridades y funcionarios competentes.