En varias oportunidades nos hemos referido al deporte como un vehículo ideal para la transmisión de valores, pero también es extraordinario su aporte a la salud, tanto física como espiritual. La primera alude a una mejora general en el organismo, en tanto la segunda se vincula con su inmensa capacidad para irradiar optimismo, alegría de vivir, y otorgarle sentido a la vida. Diversos trabajos realizados en todo el mundo -Chile incluido- demuestran que las personas activas viven más que las de hábitos sedentarios, sin embargo, esos mismos estudios nos están advirtiendo que nuestros indicadores son bastante preocupantes.
El informe internacional que presentó la consultora Ipsos a fines del año pasado ubicó a Chile como el cuarto país -de los 21 estudiados- que menos horas de deporte realiza a la semana (con solo 3,7 horas), por debajo del promedio mundial (6,1 horas). De acuerdo con las cifras, en nuestro país los hombres le dedican 4,5 horas semanales promedio a la actividad física, mientras que las mujeres 3 horas semanales promedio. Ambos registros están también por debajo del promedio global, de 6,9 horas en hombres y 5,4 en mujeres.
Sobre los motivos que impiden la participación de los chilenos en los diversos deportes, un 46% de los encuestados nacionales alude a la falta de tiempo, mientras que un 21% no lo hace por no tener las instalaciones necesarias en el lugar donde vive. Por otro lado, un 17% dice no tener ninguna barrera y simplemente no quiere hacerlo, concluye el estudio titulado “Miradas Globales Sobre el Ejercicio y los Deportes en Equipo”.
A nivel nacional, la encuesta sobre Hábitos de Actividad Física y Deporte, encontró que aproximadamente el 60% de los varones y el 75% de las mujeres de entre 25 y 70 años no realiza actividad física regularmente, que no están debidamente incorporados en el imaginario colectivo los hábitos que conllevan dicha experiencia vital y concluye que las políticas públicas han sido incapaces de promoverlos.
El diagnóstico del bajo nivel de condición física debe ser considerado un gran problema. La falta de movimiento, de actividad física o de ejercicio físico, no sólo es un factor de riesgo de obesidad y todos los trastornos que esto conlleva, sino que también se han demostrado su relación directa con las expectativas de vida.
Hace cinco años que el deporte alcanzó rango ministerial, sin embargo se advierte que aún no existe una política pública conectada con objetivos sanitarios. Pareciera que se confunde el derecho deportivo, que es el conjunto de normas y reglas que rige la actividad deportiva, con el derecho al deporte, que es la legítima facultad del ciudadano de acceder a la práctica del deporte.
Es de esperar entonces que haya un giro en esta materia y exista una visión de país que combine objetivos sanitarios y una política de Estado -independiente del ciclo político- para masificar la práctica deportiva.
La transformación que el deporte provoca en la calidad de vida de una sociedad es tan impactante que la Organización Mundial de la Salud (OMS) demostró que por cada dólar que se invierte en deporte se ahorran tres en salud.