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Veredas

Una calle se constituye por la calzada -a la que solemos decirle calle- y por la vereda, también llamada en otras latitudes acera, andén o escarpa. Con distintos nombres, lo concreto es que hablamos de una superficie pavimentada y elevada, a la orilla de una vía pública para uso de personas que se desplazan caminando y que se definen como peatones.

Para los urbanistas, las veredas son el espacio de transacción directo entre el ámbito privado de las construcciones y el espacio público. Y por lo mismo -dicen- debiesen ser motivo de especial preocupación, ya que circulamos por ellas todos los días y probablemente lo haríamos más si fuesen más parejas, continuas, sombreadas e iluminadas.

Lamentablemente, esta importancia no ha sido debidamente considerada por quienes han tenido en las últimas décadas la responsabilidad de velar por su mantención y crecimiento en la ciudad.

Así lo está demostrando el catastro que inició el municipio este año dentro del damero central. Con un avance a la fecha de un 75%, sus resultados revelan que la mayoría de las veredas están en condición regular, que sectores periféricos del centro presentan daños importantes provocados en parte por el arbolado urbano. Baldosas sueltas, desniveles y tramos completamente destruidos es la imagen que comparten decenas de cuadras de calles céntricas como de sectores periféricos a las cuatro avenidas.

El crecimiento que ha experimentado Chillán es también causante de esta mora en materia de conservación y construcción de veredas. En el sector de Alonso de Ercilla, por ejemplo, la alta circulación de personas y la atracción que produjo para actividades comerciales que se desarrollan en la vía pública, ha impactado severamente en el estado de las veredas en las calles donde hay. Pues allí, como en otros sectores emergentes hay extensos tramos donde simplemente no hay aceras o son tan estrechas que es imposible que caminen más de dos personas. Incluso, más al oriente de la ciudad, en una zona de alta plusvalía -donde residen familias de ingresos medios y altos que han atraído la instalación de equipamiento comercial como restaurantes y un stripcenter- la gente debe caminar por la berma, con todos los riesgos que ello implica.

Desde el Departamento de Obras Urbanas de Serviu Ñuble explican que actualmente existen dos líneas principales de intervención. Primero los proyectos de Vialidad Urbana, que contemplan el ítem de reparación de veredas dentro de las obras (como ocurre actualmente con los proyectos en Avenida Huambalí, Diagonal Las Termas y el eje Diego Portales–Francisco Ramírez) y en segundo lugar el programa de Pavimentos Participativos, en el que los municipios postulan al Serviu iniciativas cofinanciadas con los vecinos.

Ambos programas han resultado, sin duda, un aporte. Pero Chillán reclama un programa totalizador en esta materia, con metas de mediano y largo plazo a fin de superar el enorme déficit que sufre. El espacio público más necesario y abundante para los peatones debiese ser preocupación principal del municipio y del Serviu, quizás con más convicción y recursos que los otorgadas a la construcción de un parque o la remodelación de una plaza.

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