Señor Director:
Se acerca el verano, una época en que muchas personas comienzan a generar ansiedad por el aspecto físico, dada la necesidad de utilizar ropa más ligera. Por lo anterior, es que se aprecia un aumento de inscripciones en gimnasios y uso de dietas restrictivas, buscando el anhelado cambio de imagen, el que muchas veces no está motivado por una razón de salud, sino más bien para satisfacer los estándares de belleza impuestos socialmente.
Es importante señalar que la imagen corporal es aquella que forma nuestra mente de nuestro cuerpo, es decir, la apariencia que le atribuimos a él, por ello un gran factor protector es el autocuidado en salud mental. Al observar por grupos etarios, los adolescentes son más vulnerables a la insatisfacción en relación con su cuerpo, debido a los cambios que se producen en esa etapa del ciclo vital. De hecho, la Encuesta de Desarrollo Humano en Niños, Niñas y Adolescentes (2017), en el ítem de apreciaciones respecto al cuerpo y a la alimentación, la satisfacción es de un 67%. Además, un 25,8% y un 13,2% de mujeres y hombres respectivamente han sentido que lo han tratado mal o discriminado por su cuerpo o apariencia física. Esto causa preocupación, ya que la insatisfacción corporal es uno de los principales riesgos para desarrollar Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).
A pesar de variadas campañas para promover el amor al cuerpo, intentando trabajar con la aceptación corporal, aún se promueven cánones de belleza que modelan la conducta de muchos jóvenes. Ante ello es importante recordar que el cuerpo no eso, hacerlo por una convicción de salud y con el acompañamiento de profesionales idóneos, de esta forma se recibe el asesoramiento adecuado para equilibrar mente y cuerpo.
Pía Bustamante Barahona
Académica de Enfermería USS