Señor Director:
Las personas mayores son un grupo vulnerable de nuestra sociedad. Al llegar a esta etapa se genera un indudable
cambio en las ocupaciones y en sus recursos económicos. Al jubilar aumentan los momentos de ocio y tiempo libre, lo
que implica comenzar a ajustarse en lo económico a una pensión que, por lo general, es muy menor al ingreso recibido
en la etapa laboral.
Estos cambios provocan en ellas una condición de vulnerabilidad que visibilizamos día a día, en las noticias, en dis-
cusiones de la reforma de pensiones, en temas de seguridad y otros. A diario convivimos con personas mayores, por lo
tanto, resulta necesario reflexionar acerca de las formas en que nos estamos relacionando y preguntarnos si nos estamos
dando el tiempo para escuchar sus opiniones y si las estamos valorando, respetando su experiencia y trayectoria.
En las actividades cotidianas, ¿tenemos paciencia para respetar sus tiempos, entendiendo el enlentecimiento
psicomotor propio de la edad? En el núcleo familiar, ¿permitimos que nuestros padres y parientes mayores tengan
autonomía? Nuestras acciones son recibidas y muchas veces resentidas por ellos, por lo que tenemos el gran desafío
de generar cada uno, ese punto de cambio, desde nuestras relaciones cotidianas, en la forma y en el trato hacia ellos.
La invitación es a reflexionar sobre cómo podemos valorar y respetar a nuestras personas mayores, sin olvidar,
además, que transitamos hacia allá.
Marcela Mallea Aldana
Académica de Terapia Ocupacional, Universidad San Sebastián