No es necesario ser experto para apreciar los trastornos que ha sufrido el clima en las últimas décadas. El aumento de las temperaturas, la mayor recurrencia de los fenómenos de El Niño y La Niña, entre otros elementos, dan cuenta de que el cambio climático ya no es algo del futuro.
Además del impacto que esto tiene en la vida cotidiana de las personas, se está notando un efecto bastante traumático en la agricultura, una de las principales actividades económicas de la región de Ñuble.
En por ello que urge abordar la problemática que acarrea el cambio climático desde la perspectiva agrícola, que hoy sufre disminución de las precipitaciones, la reducción de las horas de frío, el aumento promedio de las temperaturas y la menor disponibilidad de agua. Y lo importante es que se haga ahora, porque como ha quedado de manifiesto, el cambio climático ya llegó.
En este sentido, contar con información científica que ayude al sector a tomar medidas de adaptación, es hoy un aspecto clave que en nuestra región está movilizando a investigadores de diferentes áreas de la Universidad de Concepción, como también del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA).
Precisamente, este último organismo –dependiente del Ministerio de Agricultura- acaba de publicar un libro que identifica los lugares óptimos en la región para el establecimiento de 45 especies y 182 variedades, entre frutales, hortalizas, cereales y cultivos industriales, considerando el aumento de las temperaturas que se proyecta para los próximos años.
Para conocer el estatus térmico de Ñuble (cuánto frío y calor se registra en distintos sectores), los investigadores Marcelino Claret y Jorge Retamal recurrieron a la información proporcionada por los satélites Aqua y Terra, de la NASA, que entregaron más de 16 mil imágenes y una base de 192 millones de puntos térmicos, a razón de dos puntos de temperatura diario por kilómetro cuadrado, durante 20 años.
Igualmente, el inédito trabajo –pues no hay otra región en Chile que tenga una base de información tan completa- incluyó también inteligencia artificial que les permitió proyectar todo el régimen térmico del territorio y conocer cuáles eran los sectores más cálidos y más fríos, las temperaturas mínimas, máximas históricas, igual que las temperaturas promedio de la mayoría de los sectores agrícolas de la Región.
En la última década se ha ido instalando una positiva conciencia sobre la configuración de una región agroalimentaria, a partir de una estrategia de desarrollo y de la colaboración entre los sectores público, privado y la academia, donde merece destacarse el trabajo científico que se está haciendo para localizar y desarrollar especies más resistentes que se adapten al estrés hídrico y a las altas temperaturas.
La UdeC y el INIA han avanzado en este ámbito, pero se requiere sumar más esfuerzos del sector privado, pues finalmente el uso de la información científica y la introducción de nuevos cultivos tienen que ver con la decisión estratégica de agricultores, así como también de las reparticiones del Estado que inciden en la actividad agrícola, llamada a ser el gran motor del desarrollo de la región.