Esta semana se concretó la esperada instalación de la Comisión regional de uso del borde costero de Ñuble, instancia presidida por el gobernador regional, Óscar Crisóstomo y conformada por autoridades y representantes de organizaciones públicas y privadas que se vinculan al territorio costero de Ñuble y que se funda en la Política Nacional de Uso del Borde Costero.
Es, sin duda, un hito de cara al desafío de definir un ordenamiento del uso del territorio a partir de una zonificación, una herramienta de planificación que existe en otras regiones y que en la nueva región su materialización sigue pendiente.
Para Ñuble, que cuenta con 58 kilómetros de costa rica en biodiversidad, uno de los objetivos estratégicos que se persiguen con la mencionada zonificación es el desarrollo sustentable de las comunidades, es decir, que las actividades económicas actuales y futuras cumplan con un estándar de protección que asegure este activo a las generaciones futuras.
La “zonificación” es el proceso de ordenamiento y planificación de los espacios que conforman el borde costero del litoral, que tiene por objeto definir el territorio y establecer sus múltiples usos, expresados en usos preferentes, y graficados en planos que identifican, entre otros aspectos, los límites de extensión, zonificación general y las condiciones y restricciones para su administración.
El proceso de zonificación se refleja en un Plan de Borde Costero, que, una vez en régimen, permitirá generar condiciones favorables para la conservación, el equilibrio medioambiental y social, pero también para la inversión pública y privada, proporcionando estabilidad y certeza respecto del uso sustentable de los espacios contenidos en el borde costero de la región.
Una de las principales virtudes de esta Comisión es su carácter transversal y una importante participación de las comunidades costeras, de hecho, la ceremonia de instalación se realizó en la localidad de Buchupureo, en Cobquecura. En ese sentido, se espera poder recoger las expectativas y preocupaciones de los vecinos respecto de su territorio.
En Cobquecura, Trehuaco y Coelemu no se olvidan que hace pocos años debieron movilizarse para enfrentar la “amenaza” que representaba la instalación de centros de cultivo acuícola offshore, de especies como salmón, cojinova, choritos y algas. Su preocupación no solo apuntaba a los efectos ambientales -el proyecto fue rechazado en la comisión de evaluación ambiental regional-, sino por los impactos en el medio humano y en otras actividades económicas, como el turismo, la pesca artesanal y la recolección de orilla, entre otras.
Sin embargo, en el presente las “amenazas” son otras, igualmente desafiantes, como las parcelaciones irregulares, la pobreza, la sequía y el aislamiento; así como en el futuro bien podrían plantearse proyectos inmobiliarios, industriales o logísticos que también pueden ser percibidos como amenazas para las comunidades.
Se valora la decisión del gobernador de abordar esta tarea pendiente que genera grandes expectativas en las organizaciones sociales de la zona costera, razón por la cual es fundamental que el proceso de diálogo entre los distintos actores involucrados logre llegar a grandes acuerdos y, de esa manera, cumplir dichas expectativas.