Mañana se cumplen 10 años de la promulgación de la Ley 20/25 que estableció que al año 2025 nuestro país debía tener un 20% de fuentes limpias en su matriz energética. Por energías limpias se entiende aquellas fuentes de generación conocidas como energías renovables no convencionales (ERNC), como la eólica, fotovoltaica, geotérmica y mareomotriz, principalmente. De esa forma se quiso poner una primera meta para reducir la carbonización de nuestra matriz energética, proveniente de centrales termoeléctricas a carbón, diésel y gas, con el consiguiente daño al ecosistema por la emisión de gases contaminantes a la atmósfera que contribuyen al efecto invernadero.
Este impulso que trae aparejado incentivos a la inversión dio excelentes resultados, ha favorecido el desarrollo de cientos de proyectos en distintas zonas del país y a 2023 la meta está cumplida con creces. En el caso de Ñuble, incentivó en primer término la construcción de mini centrales hídricas de pasada, aprovechando el gran potencial de las cuencas de los ríos Ñuble e Itata, pero pronto dieron paso a otras fuentes de generación que supuestamente son igual o más amigables con el medioambiente.
Actualmente, hay 12 proyectos de parques fotovoltaicos en operaciones o en alguna etapa de construcción, además de otros 10 que han sido presentados al sistema de evaluación ambiental. Parques eólicos, en tanto, ya hay tres proyectos y uno de ellos es de gran envergadura
En cuanto a su impacto a nivel local, como toda gran inversión, debería producir un efecto positivo en la economía regional y sobre todo en las comunas donde se emplazan estos parques. Generación de empleos directos e indirectos, compra de servicios locales y hasta posibles descuentos en las cuentas de la luz, son algunos de los beneficios que podrían tener las distintas comunas donde se encuentran emplazados.
Sin embargo, no hay que olvidar que por más amigable con el medio ambiente que sean este tipo de generadoras, la ocupación de terrenos agrícolas y el impacto paisajístico que causan la alineación de los molinos gigantes y de las líneas de transmisión no son un tema menor, además de su potencial daño a la fauna y flora nativa, al alterar la fisonomía del territorio.
Pero lo que más debería preocuparnos es la instalación de paneles solares, ya que el volumen de placas fotovoltaicas y el alto número de proyectos que hay en Ñuble pueden convertirse a futuro en un problema ambiental serio, como ocurre en otras latitudes.
Las energías renovables no convencionales no son inocuas y es responsabilidad de quienes impulsan estos proyectos y de la autoridad ambiental r