“Todos y todas contamos para disminuir la violencia contra las mujeres”, es el slogan de la campaña impulsada por el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género (MMEG). “Lleguemos a Cero”, una iniciativa desarrollada en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las mujeres, este 25 de noviembre.
Existen distintas expresiones de violencia, una de ellas es la que se manifiesta como agresión sexual, que en Chile está considerada en las garantías explícitas en salud (GES). En el Hospital Clínico Herminda Martín (HCHM), esta realidad se evidencia en las 65 personas que han consultado en la Unidad de Emergencia, antes de cumplir 72 horas de ocurrido ese episodio. De ese total, un 80% son mujeres, quienes en su mayoría se concentran en el grupo etario de los 10 a los 14 años y los 25 a los 44.
Para atender este problema de salud, el HCHM inicia el seguimiento de las personas, solo siete días después de la primera atención evaluando el riesgo de una infección de transmisión sexual (ITS) con médicos especialistas. Posteriormente se realiza una evaluación por químico farmacéutico, para educar sobre la triterapia preventiva de VIH –si fue indicado en la consulta de urgencia-. Luego interviene un matrón o matrona para realizar una consejería en salud sexual y reproductiva. No obstante, además de brindar atención médica inmediata, exámenes y tratamientos para prevenir enfermedades de transmisión sexual, existen profesionales que acompañan emocionalmente a las víctimas después del episodio, desde el área psicosocial.
Marcela Pérez, es la psicóloga de este equipo –compuesto también por una trabajadora social y matrona- quien explica que “para sobrellevar la conmoción inicial, así como la posterior elaboración del hecho o los actos de violencia, es fundamental el acompañamiento. Tanto por parte de los cercanos más significativos como de profesionales capacitados en el trabajo de personas víctimas de violencia”.
Esto, de acuerdo a la profesional es fundamental porque cuando una mujer es víctima de cualquier tipo de violencia, especialmente una de carácter sexual su vivencia posterior es “sentirse vulnerable, insegura, avergonzada, y en muchas ocasiones culpable, por no haber prevenido, por no haberse cuidado mejor, por haber confiado”.
La psicóloga contó que en el acompañamiento y contención inicial la clave es “la escucha activa, que consiste en estar realmente atentos a la vivencia subjetiva del otro y a sus necesidades. Evitando asumir, desde la experticia o la experiencia personal, que está sintiendo o necesitando esa persona; así como evitando hacer diagnósticos, que podrían contribuir a patologizar una respuesta emocional que es esperable o retraumatizar a la víctima. Lo que buscamos es que luego de la primera atención es restituir aunque sea en pequeña medida la vivencia de seguridad y control, que sienta y piense ‘en este momento estoy a salvo y protegida’”.
También se evalúa la presencia de sintomatología anímica y/o ansiosa, para tratarla oportunamente.
Finalmente, la dupla establece estrategias de protección para la persona y vínculos con la red de salud mental y con otras entidades, como el Servicio Médico Legal y el Ministerio Público.