Chillán y sus alrededores tienen un enorme potencial para el desarrollo de negocios en el ámbito de la logística y el transporte. Su ubicación privilegiada, en el centro del país, cercana a los puertos de la costa penquista y a 400 kilómetros de Santiago, le brindan la posibilidad de ser un polo atractivo para inversiones orientadas a mejorar la eficiencia del transporte, el almacenamiento, la distribución y en general, la industria logística.
Entendiendo esta condición de la ciudad, sus autoridades han promovido de modo dispar en las últimas décadas el desarrollo de zonas con esa vocación. Chillán Viejo, por ejemplo, apostó por un parque industrial que aún es incipiente, pero continúa proyectándose. En Chillán, en cambio, no ha ocurrido lo mismo, pues la vocación de la faja ubicada en el acceso norte a la ciudad nunca fue aprovechada y pasó de industrial a residencial, como se constata en la reciente entrega de permisos para la construcción de proyectos inmobiliarios.
En este giro, que supone renunciar a una oportunidad de atraer inversiones, mucho ha tenido que ver la incapacidad de la autoridad comunal para planear una hoja de ruta ambiciosa para la ciudad, pero también es justo reconocer que la falta de una robusta red de infraestructura multimodal que brinde facilidades a las empresas para movilizar carga, ha sido también un factor decisivo.
Respecto de esto último, si bien la zona cuenta con expeditas vías de acceso, como la Ruta 5, así como una conexión con los puertos a través de la Autopista del Itata, existe un atraso notable en el desarrollo del transporte ferroviario y aéreo, así como también en materia de pavimentación de caminos secundarios.
En este sentido, desde el sector forestal hace más de una década se viene insistiendo en la necesidad de recuperar la conexión ferroviaria entre Chillán y Concepción, puesto que este modo de transporte exhibe costos más bajos y mayores niveles de seguridad. Y por el contrario, en el ámbito del transporte aéreo sí se han realizado inversiones con el objetivo de mejorar el aeródromo Bernardo O’Higgins, sin que hasta la fecha eso haya redundado en la creación de rutas aéreas. En este caso, si bien el objetivo principal de la remodelación del terminal aéreo fue el transporte de pasajeros, algunos sostienen que se podría aprovechar como zona de embarque de exportaciones del rubro agrícola que se originan entre el Maule y La Araucanía.
Para lograr esto, no obstante, un requisito fundamental es ampliar la pista, un proyecto respecto del cual existía un compromiso de parte del Gobierno anterior y que esperamos se mantenga en esta administración.
Por todo lo anterior es que la nueva Región de Ñuble, para que sea más que una nueva división política administrativa, debe pensar en darle un sentido de desarrollo a este cambio, focalizando las inversiones en aquellas áreas donde posea ventajas comparativas y representen una oportunidad, como ocurre precisamente en el ámbito de la logística y el transporte. Avanzar en ese sentido no solo permitiría atraer inversiones y generar riqueza, sino que también contribuiría a la generación de empleos y al bienestar de la población.