El turismo en Ñuble es una de las actividades económicas que más ha sufrido con la pandemia. Fue de las primeras en verse afectadas por las restricciones impuestas por el Gobierno, y será una de las últimas en recuperar su ritmo habitual.
Al revisar los resultados correspondientes a marzo de la Encuesta Mensual de Alojamiento Turístico que elabora el INE ya se nota un fuerte impacto y seguro abril –cuyo informe aún no se conoce- será un desastre. Durante marzo, se registró un total regional de 17.502 pernoctaciones en los establecimientos de alojamiento turístico de la región de Ñuble, exhibiendo un descenso de 68,4% respecto a igual mes del año anterior, una de las mayores caídas en la historia del indicador. En el caso del destino Chillán que incluye la comuna de Pinto, donde se concentró el 91% de los turistas, las pernoctaciones descendieron 68,8%. En tanto, Quillón, el Valle del Itata y Cobquecura presentaron una caída de 62,2%.
Parece razonable, por tanto, llegar a, al menos, dos conclusiones elementales, pero decisivas. La primera, que el año está perdido para el turismo de invierno, y la segunda, que la estrategia de los servicios turísticos tiene que cambiar.
Garantizar la seguridad sanitaria será un factor clave, como también la capacidad de adaptación e innovación frente a un mercado que presentará nuevos hábitos de consumo y que probablemente dejé muchos heridos en el camino, propiciando la concentración de empresas, en un sector en el que abundan los negocios pequeños.
Adaptarse a las motivaciones de viaje marcarán la pauta de reactivación del sector. De seguro, el turismo de negocios y el turismo urbano -que tienden a ser masivos- se contraerán en el corto plazo. Sin embargo, el turismo de naturaleza, en el que Ñuble tiene bastante que ofrecer, se podría convertir en alternativa para el escape y el reencuentro con la naturaleza que añoran millones de viajeros luego de los periodos de confinamiento.
El agroturismo sobre el cual tenemos enormes oportunidades, o las oportunidades de empaquetamiento de destinos menos populares que han estado más alejados de los estragos de la pandemia podrían ser alternativas para innovar y armar planes de corta estadía.
De seguro los turistas plantearán nuevas exigencias que estimularán ajustes, como también tendrán nuevos deberes para garantizar la sostenibilidad de la actividad. Veremos con frecuencia el uso de mascarillas, principalmente en el transporte y alojamiento, se fortalecerán los medios de pago electrónicos y habrá que implementar nuevas prácticas de chequeo en los hoteles.
Las personas no dejarán de viajar y tan pronto se empiece a facilitar la conectividad, los turistas comenzarán a analizar qué destinos representan mayor confianza. Ese debe ser el objetivo de todo cuanto se haga en Ñuble antes de esa esperada fecha.