Turismo dieciochero
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La Subsecretaría de Turismo proyectó que serán cerca de 4,1 millones los chilenos que viajarán por el país durante las Fiestas Patrias, lo que implica un aumento del 14,6% respecto de 2018. De este total -según estudios del Ministerio de Economía- 2,3 millones realiza paseos por el día, mientras que 1,8 millones hacen viajes con pernoctación, es decir, que alojan en un destino turístico que no es el de origen, lo que es una buena noticia ya que reactivan las economías locales y los servicios asociados.
En Ñuble, Nevados de Chillán es el destino que suele atraer el mayor flujo de visitantes y este año no debiera ser la excepción, considerando las buenas condiciones de nieve existentes, y las promociones y actividades especiales programadas en el resort de montaña. De hecho, a inicios de esta semana ya tenía un 60% de su capacidad hotelera reservada.
Pero la nueva Región se ha consolidado como un destino turístico nacional ya no solo anclada al corredor Las Trancas-Termas de Chillán, sino también a Quillón, al eje Cobquecura-Buchupureo y a otros circuitos basados en las tradiciones de las comunas y donde paulatinamente se ha ido generando una interesante planificación y desarrollo.
Cada año llegan unos 50 mil turistas a Ñuble para celebrar Fiestas Patrias, sin embargo, en esta oportunidad se espera que esa cifra aumente en más de 30% por lo extendido del feriado. A ello se suma el hecho que la gran mayoría de los chillanejos también acostumbra pasar esta fecha en la zona, atraídos por las fiestas costumbristas y lazos familiares. La oferta es diversa y por lo mismo muy tentadora.
Lo anterior, sin embargo, plantea la necesidad de mejorar algunos aspectos de modo que la experiencia del visitante sea lo suficientemente grata como para volver o recomendar la zona. Además de falencias en infraestructura vial, hay cuestiones intangibles, asociadas a aspectos culturales, como las dificultades de acceso a la información (marketing y señalética) y la dispar calidad de los servicios (comodidad e higiene) y precios.
Estas debilidades son un obstáculo para el desarrollo del turismo de decenas de localidades que poseen tradiciones centenarias y una oferta gastronómica típica, rica en sabores e ingredientes naturales y pese a que requieren una menor inversión que las mejoras en infraestructura, parecen mucho más difíciles de superar. Bastaría, de hecho, que las autoridades locales entendieran que la señalética y el buen estado de los caminos secundarios pueden ser la diferencia entre una buena y una mala jornada, o que los comerciantes locales aprendieran que un precio justo puede ser más lucrativo que un precio inflado.
Si las comunas asimilan el concepto de buen servicio y todos ponen de su parte, todos pueden ganar con el turismo y comenzar a proyectar una oferta sustentable en el tiempo, más allá de la positiva coyuntura dieciochera.