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Tricao Malal: la cueca chilena que floreció en tierras neuquinas gracias a las raíces de agricultores locales

En el corazón del norte de Neuquén, Argentina, existe un pequeño pueblo donde laten con fuerza las tradiciones chilenas. Se trata de Tricao Malal, una localidad marcada por la memoria de familias que, en los albores de la patria, dejaron Ñuble, cruzaron la cordillera y se instalaron en esos valles cordilleranos.

Allí, entre montañas y ríos, el eco de la cultura chilena sigue vivo: se baila cueca, se escuchan a las cantoras populares y se celebran costumbres que han perdurado de generación en generación. En la zona, este baile se conoce como cueca neuquina, aunque en esencia es idéntica a la cueca chilena, baile nacional, lo que confirma el puente cultural que desde Ñuble cruzó la cordillera para arraigarse en tierras argentinas.

El nombre de la localidad proviene del mapudungun: Tricao significa loro, mientras que Malal puede entenderse como corral, nido o refugio. Así, Tricao Malal evoca la imagen de un “corral de loros”, en alusión a las bandadas que habitan las barrancas del lugar.

Ya desde 1904 existía población criolla venida desde Chile, que convivía con comunidades pehuenches, atraídos por la bondad de sus tierras y la abundancia de aguas y pastos. Estos primeros pobladores dieron vida a una comunidad dedicada a la agricultura y ganadería, con cultivos de trigo, alfalfa y hortalizas.

La historia institucional comenzó a forjarse en 1910 con la instalación del Juzgado de Paz y la Oficina de Registro Civil. Luego, en 1928, se creó la Comisión de Fomento, y en 1932 la Colonia Tricao Malal, hasta que finalmente el 10 de marzo de 1936 se fundó oficialmente el pueblo.

En el marco del 115 aniversario de la localidad, celebrado en 2015, el ex senador y dirigente petrolero Guillermo J. Pereyra (fallecido el 2024) destacó que “desde 1904 ya contaba con población criolla venida desde Chile (específicamente desde San Fabián de Alico), quienes convivían con comunidades indígenas pehuenches. Estos pobladores aprovecharon las buenas aguas de ríos y arroyos, que conjuntamente con los buenos pastos de los valles, permitieron la instalación de actividades agrícola-ganaderas”.

Hoy, Tricao Malal sigue siendo un punto de encuentro cultural donde conviven la herencia chilena y las raíces neuquinas. Allí la cueca, las voces de las cantoras y las celebraciones populares recuerdan que la cordillera no solo divide, sino que también une historias, costumbres y afectos. Una de las cantoras más reconocidas del sector de Las Ovejas y Tricao Malal es Esther Castillo, quien entrega varias claves de su vida. Cuenta que aprendió de niña a tocar la guitarra, observando a las mujeres de su casa. “Mi madre no se sentó a enseñarme, fue todo de oído y me largué sola con la guitarra”, recuerda. De ese aprendizaje surgieron tonadas, cuecas y décimas, marcadas por un rasguido seco y firme de las cuerdas. Animó trillas, fiestas de santos, velorios de angelitos y casamientos.

Raíces y fundación

Los habitantes de Tricao Malal, presentaron un proyecto de ley al Congreso argentino para que la cueca neuquina sea reconocida oficialmente como expresión y patrimonio popular. El objetivo es dar visibilidad a una práctica cultural que se baila y canta en fiestas, casamientos y celebraciones campesinas desde hace más de un siglo.

El debate sobre su reconocimiento tiene respaldo histórico. El escritor e historiador Gregorio Álvarez ya la describía en su obra “El tronco de oro: folclore del Neuquén” (1968). Allí señalaba que “aunque de procedencia chilena, la cueca neuquina presenta características locales que permiten distinguirla de su modelo original. Su ritmo, cadencia, tonalidad y estilo, son semejantes, pero no absolutamente iguales. Y esto se evidencia más si se analiza la letra”.

Álvarez incluso recogió la opinión de la folclorista chilena Violeta Parra, quien tras escuchar grabaciones neuquinas reconoció que la variante tenía individualidad propia. “Se distingue de la chilena en que ésta es más movida, y, por ende, más alegre, pero conserva, como aquella, igual profundidad en el sentir, en la expresión melódica y en la técnica del rasqueo en la guitarra”.

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