Trabajo: cantidad y calidad

Entendido el trabajo no solo como un medio de sustento económico, sino que como una forma de inclusión social, y celebrada ayer la efeméride que lo conmemora internacionalmente, resulta conveniente reflexionar sobre la calidad de nuestro mercado laboral, sobre todo después de los recientes resultados de la Encuesta Nacional de Empleo, elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y del Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU), realizado por el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Pontificia Universidad Católica y por la Cámara Chilena de la Construcción.
La tasa de desempleo en Ñuble alcanzó un 9,6% en el trimestre enero-marzo de 2025, la cifra más alta para dicho periodo desde que existen registros, dado que tradicionalmente en el primer trimestre las tasas son más bajas, gracias al dinamismo de los empleos de temporada. Según el INE, el guarismo representó un alza de 0,5 puntos respecto a igual periodo de 2024, así como también un aumento de 0,6 puntos en comparación con el trimestre móvil anterior (diciembre-febrero de 2025). La tasa de Ñuble (9,6%) fue la segunda más alta a nivel nacional y muy distante también de los niveles de desocupación de otras regiones agrícolas, como O’Higgins (7,5%), Maule (7,0%).
Por otra parte, el ICVU reveló que Chillán y San Carlos, las dos ciudades más pobladas de la región, se ubican en el nivel más bajo de los cuatro que establece este estudio.
La conclusión es que tenemos un mundo del trabajo altamente precarizado, repleto de trabajadores subcontratados, subempleados y sub remunerados. De hecho, si utilizamos el coeficiente de Gini, herramienta aceptada internacionalmente para medir la desigualdad en la distribución de ingresos, Chillán obtiene un promedio muy parecido al de ciudades norteamericanas o europeas, pero la cifra por sí sola puede llevar a confusión, ya que esta menor desigualdad no se explica por una mejor distribución de la riqueza, sino que más bien por una equitativa distribución de la pobreza.
Esto permite explicar, entonces, que al ser los salarios la principal fuente de ingresos de la mayoría de la población, esta menor desigualdad de Chillán se debe precisamente a la precariedad laboral, o dicho en términos más simples, a que la mayoría de los empleos no exige una alta calificación, y por lo tanto, ofrecen sueldos más bajos.
Esta realidad salarial, consecuencia de la oferta laboral, se atribuye al bajo nivel de desarrollo económico local, cuya matriz productiva se compone principalmente por los sectores agrícola, servicios, comercio, construcción, forestal y agroindustrial, con baja agregación de valor, que son intensivos en uso de mano de obra, pero de baja calificación.
Para esta realidad existen numerosos diagnósticos, así como también lineamientos generales sobre los desafíos para ampliar esta matriz y mejorar los ingresos. Pero lamentablemente, en las últimas décadas, la mayoría de las ideas para cambiar esta situación se ha quedado solo en eso.
A estas alturas de nuestra historia nadie podría dudar que no hay mejor política social que el pleno empleo, pero después de 5 años con las tasas de desempleo más altas del país, se nos olvida que este factor económico también tiene una dimensión cualitativa y ahí Ñuble y su capital también están al debe.