Señor Director:
El Banco Central aumentó en 150 puntos base la Tasa de Política Monetaria, con la finalidad en lo teórico de propiciar el ahorro y desincentivar el consumo, algo que está muy lejos de suceder, ya que el consumo se mantendrá, pero los costos de financiamiento aumentarán, por lo tanto, éstos serán traspasados (en su gran mayoría) a precio, es decir, al consumidor final, ya que de lo contrario el oferente pudiera tender al colapso. Con eso el riesgo de alzas de inflación continúa.
Hasta el último comunicado, la TPM estaba en 5,5% y, desde julio de 2021, ha subido diez veces. Entonces ¿qué pasa con la inflación que no cede? En mi opinión, se están omitiendo análisis relevantes, por ejemplo, la estructura de precio de los bienes y servicios medidos, o el comportamiento real de consumo siendo temáticas que se deben analizar con mayor profundidad para emitir juicios.
Creo que nos estamos rascando donde no pica pues la inflación no cede, los precios no bajan, la demanda de bienes y servicios de consumo se ha mantenido (no así la oferta). No obstante, los costos de las materias primas, servicios de apoyo y/o fuentes de energía han aumentado sus precios debido a los impactos negativos del conflicto en Europa, lo conservador de algunos mercados y la pandemia, todos ellos factores exógenos a nuestra economía y que no podemos controlar directamente, pero sí pudiéramos generar mecanismos reales de compensación frente a estas tan abruptas desviaciones. En pocas palabras, los ungüentos caseros no sirven para la urticaria.
Marcelo Gutiérrez Delgado
Académico Facultad de Ingeniería USS