Ignacio Morales es uno de los preseleccionados que se preparan para el Sudamericano Sub 17 de fútbol en Ecuador. De pronto, una noticia que los golpeó a todos: el torneo que se disputaría en marzo fue suspendido, lo mismo que el Sub 20 que se jugaría en Colombia. “Nacho” se enteró leyendo los diario por Internet. “Me pillaba en un súper buen momento. No paré nunca, pensando en jugarlo”. Su caso representa a muchos jóvenes que competitivamente perdieron el año. Justo en una etapa formativa donde necesitan crecer a través de la competencia. Algo que no se gana detrás de la pantalla.
El volante de Huachipato señaló que “teníamos muchas ganas de jugar. Tenemos un grupo reducido del club que viene trabajando presencialmente hace dos meses, pensando en desafíos de selección. No se dio y prefiero mirar lo bueno. Habrá más tiempo para prepararlo mejor y agradezco a Dios estas nominaciones. Miro lo bueno y es un año para motivarse”. Pero no todos han mirado esa parte del vaso. Carlos Vega, reconocido profesor del tenis de mesa, apuntó que “este año avanzamos cero, tuvimos nula actividad y recién hemos podido retomar al aire libre, en Puente Perales, pero sólo con 8 niños. Antes de la pandemia eran 35. Imagínate. Años a año peleo para motivarlos hacia el deporte, pero ahora veo a los chicos hastiados frente al computador. Puedes hacerles cosas desde ahí, pero al final se aburren. Esto se juega en la mesa, no en el computador”.
Se intentaron cosas más creativas. ¿Cuál fue el resultado? Vega advirtió que “se les enviaban cápsulas, algunos retos, que era la moda en Internet. Pocos los contestaban. Este año perdimos una generación y será difícil la vuelta Alejandro Bancalari viajó y arrendó departamento en Los Ángeles para no parar como la mayoría de los tenistas. Jaime Urrutia entrenador de básquetbol Lacantidad de niños ha bajado y los que se han mantenido es porque quieren compartir” porque los chicos cambian de categoría y no han hecho esa transición como corresponde. Pasar de golpe a competir en menores de 12 a los de 14, por ejemplo, no es fácil. Tenemos un problema grandote. Este año no hubo Adicpa y muchos colegios sacaron las actividades extraprogramáticas. Ojalá el 2021 se pueda retomar eso. Los niños lo necesitan por un tema mental”
Gonzalo González tiene una academia de tenis con su nombre, que hoy funciona en Bellavista, y ha hecho malabares para no dejar parados a los chicos. “Tuvimos que cerrar en marzo y abrimos recién el mes pasado, pero buscamos alternativas. Hay dos muchachos ya dedicados al tenis y con muy buenos resultados, Alejandro Bancalari y Benjamín Herrera, a quienes llevamos en mayo a Los Ángeles. Ahí está la cancha del Avellanito, donde se podía entrenar. Viajaban de allá para acá hasta que se les arrendó un departamento, con el entrenador Ignacio Hernández. También vino por un mes ahí Nicolás Villalón, que es el Uno nacional en Sub 16. Con ellos se pudo hacer eso, con otros no”. Y ahí menciona algunos casos. “Cristóbal Maldonado había tenido un gran alza, estaba 7 de Chile en Sub 14 y se quedó sin competir ni entrenar. Los niños están con muchas clases en línea, los papás trabajan y tampoco pueden moverlos todos los días. Francisca Saavedra es otra chica, de Tomé, que despegó el año pasado, pero estuvo parada de marzo a noviembre. No es fácil retomar y, para evitar lesiones y dolores, hay que empezar un poco desde cero. Teníamos 25 niños y hoy estamos trabajando con la mitad”.
Drama colectivo
Karate, ajedrez y otros deportes de menos contacto ni grupales han podido desarrollarse de manera adaptada. Pero qué pasa con el básquetbol, hándbol o el vóleibol, que, además, en invierno necesitan el gimnasio, donde se permite menos personas compartiendo. Jaime Urrutia, entrenador de básquetbol del Colegio San Ignacio, indicó que “si antes tenía una lista con cien jugadores, sé que a la vuelta de la pandemia serán unos cuantos menos. Los chicos que ya tenían cierto aprendizaje y encantamiento con el básquetbol van a seguir, ya están impregnados. Pero hay muchos que juegan como un pasatiempo, por hacer algún deporte, el que sea… Y está bien. Pero ellos se van a cambiar y se están cambiando de rama”.
Y agregó que “la cantidad de niños ha bajado y los que se han mantenido es, principalmente, porque está la expectativa, en la clase misma, de compartir, de conversar, de ‘echar la talla’ con sus compañeros. Buscan ese espacio”. Raúl Umaña, entrenador de balonmano del Pinares, del CSD Concepción, indicó que “si alguien tiene la receta para que los niños no se desmotiven, ojalá me la dé. Pasa con todos los deportes. El problema grande es con los niños de 12 o 13 que estaban probando, estaban en la búsqueda de su mejor deporte. Ahí muchos han salido. Muchos papás tienen a sus hijos en deportes colectivos porque te ayuda a sociabilizar, a superar problemas trabajando en equipo, hace que los chicos crezcan en personalidad. Bueno, nada de eso te lo da el zoom”.
Incluir a la familia
Ketty Hammersley es profesora del Club Gimnasia Rítmica Concepción y apuntó que teníamos cerca de 35 niñas y sólo salieron 3, una ya se reintegró. Pero no fue fácil, hubo que adaptarse. Hicimos una gala a mediados de año, con los apoderados, nos llegaron invitaciones, hemos participado ya de 3 campeonatos nacionales. Hacen esquemas en la casa, los graban los papás, hacemos que participen todos. El martes tenemos una gala y tienen que hacer una coreografía con la familia. Los papás lo agradecen, están muy motivados”.
Añadió que “en septiembre ya comenzamos más a competir y desde noviembre hay un grupo que está trabajando al aire libre en la cancha de futbolito de Bellavista. Es increíble las ganas que tenían de verse, conversar con las amigas. Creo que la pandemia obligó a los profesores a ser ingeniosos, aunque hay disciplinas donde cuesta más que en otras. Con todo lo que han pasado los chicos el deporte será fundamental para su calidad de vida. Debe potenciarse”
Texto: : Paulo Inostroza