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Territorio cordillerano

El 35% del territorio de la Región de Ñuble se encuentra actualmente bajo algún sistema de protección ambiental. Eso se debe en gran medida a la materialización, el año 2011, de la Reserva de la Biósfera Nevados de Chillán-Laguna del Laja, que deja a casi toda la cordillera de Ñuble inmersa en un área de protección, garantizada por el Estado ante la Unesco.

El área, que abarca seis comunas cordilleranas de Ñuble y dos de Biobío, es en extremo valiosa. En ella se encuentran dos reservas naturales: la Reserva Nacional Ñuble (Pinto) y la Reserva Huemules de Niblinto (Coihueco), conviviendo esta última aledaña al Santuario de la Naturaleza Huemules de Niblinto.

Se trata de una gigantesca reservorio de biodiversidad, con una muestra representativa de lo que se considera un área de transición ecológica, en el límite de dos ecosistemas en peligro a nivel mundial: el matorral mediterráneo de Chile central y el bosque lluvioso valdiviano.

Los tres territorios comparten, además, una característica que los hace únicos: conservan la última población de huemules de Chile central, especie protegida en peligro de extinción.

Ante ojos inexpertos, aparentaría ser un paraíso, sin embargo, una mirada en profundidad sugiere que, a pesar de los desvelos de ambientalistas y naturalistas, la falta de planificación e interés político por una parte, y una pobre conciencia de quienes lo visitan o desarrollan actividades económicas por otra, han puesto en riesgo muchos de sus atractivos naturales.

Es por lo mismo que hoy uno de los principales desafíos de la Región de Ñuble es incorporar la sustentabilidad como un eje fundamental del desarrollo de su rico territorio cordillerano, partiendo por tener facultades para gestionarlo, las que hoy están en manos del nuevo gobernador regional.

Igualmente, se requiere tener un plan de desarrollo para la cordillera, que considere su riqueza biológica como también los asentamientos humanos que existen y que se caracterizan por su dispersión, escasa población y alta pobreza.

La Reserva de la Biósfera no impide la materialización de actividades productivas en la cordillera local, solo aquellas que degradan el medioambiente. De hecho, deberíamos ver a esta condición como un incentivo para la realización de emprendimientos que ayuden a mejorar la calidad de vida de sus habitantes, siempre que estos tengan un sello sustentable, que garanticen un mínimo impacto ambiental y respeten a las comunidades como a su entorno.

Ideas hay muchas, desde un gran embalse, infraestructura para el turismo aventura y de intereses especiales, agricultura orgánica e incluso generación de energía de bajo impacto. Lo importante será analizar cada una de estas iniciativas mediante procesos transparentes, técnicamente bien estructurados, sin prejuicios ni presiones de ningún tipo y de cara a la ciudadanía, a fin de no truncar posibilidades de desarrollo, pero siempre cautelando que la inmensa riqueza de flora y fauna del territorio, como la identidad y costumbres de sus habitantes, perduren en el tiempo y se transformen en una marca, en un sello de calidad para la región y sus productos.

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