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Cuando se decidió invertir 2.200 millones de pesos en el mejoramiento del aeródromo Bernardo O’Higgins de Chillán, nadie dudó en que se trataba de una contribución al desarrollo de la ciudad y de la provincia. No obstante, desde la inauguración de las nuevas obras en 2015, hemos sido testigos de su subutilización y de sucesivos intentos frustrados de operación de líneas aéreas.
Pese a ello, el terminal es considerado estratégico por su ubicación y de hecho, hoy sirve como alternativa a Carriel Sur cuando este último no puede funcionar normalmente debido a los problemas de visibilidad, como consecuencia de la neblina.
Sin embargo, la motivación original para abordar el mejoramiento del aeródromo chillanejo no era convertirse en un terminal de emergencia y por lo mismo, el estudio de demanda y de identificación de brechas de infraestructura que se inició el pasado 22 de abril, renueva las esperanzas de que se abra una ruta aérea entre Chillán y Santiago.
La Dirección de Aeropuertos licitó y adjudicó el estudio a la consultora Ferrer y Asociados, con bastante experiencia en esta materia, y cuya misión será analizar los requerimientos de las líneas “low cost”, así como estimar la demanda y la viabilidad económica y técnica de ejecutar obras de mejoramiento que permitan recibir vuelos comerciales.
Tanto las autoridades locales como actores del comercio han destacado los beneficios que una ruta aérea que conecte a Chillán generaría no solo en el turismo, sino que en la economía de la futura región en general. Todos coinciden en el gran potencial que representa este terminal, así como las interesantes proyecciones que se abren no solo para el transporte de pasajeros, sino que también para la carga, que eventualmente podría ser exportada directamente desde Chillán.
Es por ello que el próximo desafío es ampliar la pista, desde los 1.700 metros de longitud que tiene actualmente, hasta los 2.300, iniciativa que representaría una inversión cercana a los 12 mil millones de pesos. Y si bien existe un compromiso del Gobierno, es bien sabido que el aeródromo Bernardo O’Higgins deberá competir con Pucón y Los Ángeles, dos terminales que también aspiran a una modernización y a los mismos recursos fiscales que requiere la capital de Ñuble.
Pero será difícil que dicho desafío se aborde en la medida que el terminal siga siendo subutilizado y por ello, se requiere un esfuerzo común, de toda la región, lo que incluye a empresas y autoridades, para que no solo se abra una ruta aérea, sino para que ésta sea rentable y se mantenga en el tiempo.
El sector exportador también puede hacer su aporte, apostando por el desarrollo de una plataforma logística en la zona para el embarque de productos alimentarios entre el Maule y Los Lagos, e incluso de zonas más australes.
La tarea para las autoridades, entonces, es gestionar las inversiones y generar los incentivos necesarios para potenciar al terminal como un centro de servicios interregional, que contribuya al fomento del turismo local y a mejorar la competitividad de la industria alimentaria de la Región de Ñuble.