Chillán transita nuevamente hacia un momento crítico de la pandemia, tal como lo hizo en marzo y en septiembre. El reciente informe de Proyecciones Covid-19 para Ñuble, realizado por expertos de la Universidad de Concepción, confirma un aumento de contagios, no explosivo como ocurrió en meses pasados, sino más bien se trata de un incremento constante que también empuja al alza el indicador de transmisión del coronavirus.
En este escenario que entrega señales de una reactivación preocupante de los principales indicadores de la pandemia, se ha instalado nuevamente la preocupación de una nueva cuarentena general. Y aunque la capital regional se enfrenta a una inquietante tendencia alcista, que interrumpió el promisorio descenso iniciado hace tres meses, los expertos aseguran que, por el momento, volver al confinamiento general sería una decisión inconveniente.
Las dos cuarentenas anteriores que tuvo Chillán lograron contener el espiral de contagios, pero igualmente demostraron que es un instrumento muy costoso, ya que hundió la actividad económica local y destruyó miles de puestos de trabajo.
En consecuencia, hay que espantar el fantasma de la cuarentena general, dado que esta medida de corte extremo ya perdió su efecto y produce más daño emocional y social, además de la reactivación de otros eventos no prevenidos ni suficientemente tratados, sobre todo en materia de salud mental.
También los expertos recuerdan que decisiones como ésta no sirven para eliminar el virus, sino para desacelerar su transmisión, y para lograr este efecto se ha probado que la aplicación de otras medidas orientadas a mejorar las pesquisas y a atenuar la movilidad, las aglomeraciones y las reuniones, tienen mejores resultados.
Cuando los protocolos poco a poco se dejan de aplicar bajo premisas de falsa seguridad, como ha ocurrido en la capital de Ñuble, siempre existirá la posibilidad de un confinamiento total, pero es claro que ésta se reduce en la medida que mejore el comportamiento de la población y el rigor de las autoridades para facilitar y hacer cumplir las únicas acciones que hasta ahora han sido exitosas contra el virus: el uso correcto y masivo de mascarillas, la distancia física, el lavado de manos, evitar las reuniones y pesquisar a los contagiados que no experimentan síntomas.
Este es precisamente el momento en que el gobierno regional y la autoridad sanitaria, los municipios de Chillán y Chillán Viejo, los ciudadanos, las empresas y todos los actores sociales, deben estar más sincronizados que nunca en sus respuestas.
No hay nada que inventar, solo insistir por todos los medios y de todas las formas en que el respeto riguroso de las medidas de prevención, con un criterio de responsabilidad colectiva, es lo único que diluye la posibilidad del encierro total que hoy a todos inquieta en la intercomuna.