Temporada frutícola 2024-2025

La temporada frutícola 2024-2025 dejó una huella significativa para Ñuble, un salto exportador del 30,4 %, que llevó a la región a despachar 51.490 toneladas de fruta al exterior. Las cifras son alentadoras, pero detrás del optimismo se esconden desafíos que obligan a mirar más allá de la superficie.
Con 20.620 hectáreas frutícolas, un 5,3 % del total nacional, la región ha mostrado un crecimiento de superficie de 13,3 % entre 2021 y 2024, la segunda mayor tasa del país. Esa expansión ha permitido diversificar y consolidar cultivos, especialmente de berries. El arándano, con 22.780 toneladas exportadas, lidera los envíos; le siguen cerezas (8.500), frambuesas (4.850), frutillas y moras (3.500 tons. cada una), y manzanas (3.100). Algunas especies sorprendieron con alzas notables, como moras con un 147%, frambuesas con 60,7% y cerezas con 59,3%.
El dinamismo también se reflejó en los ingresos. El valor exportado alcanzó los 190,1 millones de dólares FOB en el primer semestre de 2025, un 24,4% más que el año anterior. Arándanos (102,1 millones), cerezas (30 millones) y frambuesas (21,6 millones) concentran el grueso del ingreso. Sin embargo, el contraste entre el crecimiento del volumen y el menor aumento del valor es elocuente, lo que demuestra que más toneladas no siempre equivalen a mejores utilidades.
El mapa exportador de Ñuble ratifica su vocación de proveedora de berries congelados (60,3% del tonelaje), con Estados Unidos como principal destino (46%), seguido por Canadá, Corea del Sur, Japón, Australia y Alemania. En fruta fresca, los destinos se diversifican, con Inglaterra para frambuesas, Holanda para arándanos, Japón para frutillas, Italia para moras y Brasil o Colombia en manzanas. No obstante, el peso de China como comprador casi exclusivo de cerezas y la reciente imposición de un arancel del 10% a la fruta chilena en Estados Unidos dejan en evidencia la vulnerabilidad estructural del sector frente a decisiones ajenas.
Ñuble tiene fortalezas indiscutibles, partiendo por una base productiva en expansión, agricultores que han apostado por reconversión y un ecosistema de investigación que acompaña con datos y proyecciones. Pero también enfrenta debilidades que no pueden ignorarse. La falta de diversificación en formatos exportados, la alta concentración en pocos mercados y la dependencia de especies sensibles a la volatilidad internacional son factores de riesgo.
El desafío para la fruticultura regional no es solo seguir creciendo en toneladas o hectáreas, sino hacerlo también con estrategias de valor agregado, abrir nuevos destinos, mejorar la asociatividad y dar un salto en innovación tecnológica para enfrentar mejor las turbulencias externas. La reciente temporada demuestra que Ñuble puede competir de igual a igual con regiones más consolidadas, pero también que el éxito presente no garantiza estabilidad futura.
En un contexto donde la agricultura es motor de empleo y de identidad territorial, la pregunta de fondo es cómo Ñuble quiere proyectarse en el mapa agroexportador: como un proveedor de volumen expuesto a vaivenes globales, o como una región capaz de posicionar su producción con sello propio, calidad reconocida y mercados diversificados.