Señor Director:
Con precios que superan los $2.000.000, el mercado de los teléfonos inteligentes de gama alta pareciese no tener un techo en cuanto a su costo. Tecnologías de punta como pantallas plegables y cámaras con cada vez más lentes y megapíxeles son el principal atractivo que estos dispositivos ofrecen, pero también hay grandes desventajas que se deben considerar.
La primera es la relación costo/beneficio. Sí, tener una cámara de última generación que grabe en la más alta de las resoluciones es genial, pero, salvo algunas excepciones, muy pocos usuarios la necesitan. Si consideramos que teléfonos que cuestan menos de un tercio que los smartphones de gama alta ofrecen cámaras y pantallas más que competentes (e incluso competitivas), comienza a volverse difícil justificar el precio de teléfonos como el iPhone 14 Pro Max o el Samsung Galaxy Fold Z 4.
En segundo lugar, y quizás lo más importante, es el costo de reparación. Cambiar la pantalla de uno de los modelos antes mencionados oscila entre los $300.000 y $600.000, monto con el que se podría comprar un teléfono nuevo con excelentes prestaciones.
Sin duda, los productos de lujo marcan tendencias, para el usuario promedio, eso rara vez se traduce en beneficios palpables, más allá de la fugaz emoción de tener lo último que llegó al mercado, lo que, a este ritmo, no dura más de un año con los constantes lanzamientos de nuevos equipos.
Leonardo González Ramírez
Periodista Comunicaciones USS