Corría el año 2008 y un demoledor informe indicaba que la estructura del Teatro Municipal no estaba apta para conciliar ahí el sueño de un espacio dedicado a la cultura y las artes. El elefante blanco que parecía una mancha estructural en pleno centro de la ciudad estaba destinado a seguir exhibiendo su obra gruesa sin ningún proyecto que consolidara el sueño de los habitantes y de los artistas.
Sin embargo, el terremoto del 27 de febrero del 2010 dijo otra cosa y la tragedia de ese megasismo, dio paso a la esperanza. La estructura había resistido sin problemas los embates de la naturaleza y le daba un nuevo respiro. Sin ir más lejos, varias reparticiones municipales debieron trasladar sus oficinas hacia el Teatro Municipal puesto que se había convertido en el lugar más seguro para trabajar. Autoridades de la época, encabezadas por el ex alcalde Sergio Zarzar, lo comenzaron a ver con otros ojos y fue así como, con el aporte del Gobierno Regional del Bío Bío, se pudo comenzar a terminar el edificio que se había proyectado así tras otro sismo, el del 24 de enero de 1939.
Esa noche, el antiguo Teatro Municipal de Chillán (ubicado en la actual Casa del Deporte) estaba exhibiendo “El rey sin corona” y las 500 personas que estaban en su interior debieron desalojar el inmueble que comenzó a desmoronarse como una torre de naipes. Conocida es la historia de las muertes provocadas por el colapso de la marquesina y de quienes sí lograron sobrevivir para relatar los minutos de horror que se vivieron dentro de la infraestructura cultural.
Meses después, y tal como lo consigna La Discusión de la época en sus páginas, las autoridades de entonces tomaron el desafío de proyectar otro Teatro Municipal, obras que se iniciaron a comienzos de la década de los cuarenta de la mano de los arquitectos Ricardo Müller, Enrique Cooper y Josué Smith Solar. El cometido era grande, puesto que el nuevo Teatro se proyectaba como un gran espacio con capacidad para más de mil quinientas personas, cifra que en Chile solo ostentaba el Teatro Municipal de Santiago, inaugurado en 1857 y con una capacidad de 1.800 personas.
Sin embargo, y como ha sido la historia y el devenir de una ciudad que se ha tenido que levantar una y otra vez, un gran terremoto con epicentro en Ovalle, ocurrido en 1943, hizo que la Corporación de Fomento a la Reconstrucción tomara la decisión de desviar esos fondos a la emergencia nortina. En tres años, los arquitectos habían logrado levantar una infraestructura cultural única en el país, tal como el resto de los inmuebles aledaños fruto del aprendizaje de un desastre natural sin precedentes.
Los noventas, otro intento
Quien se remita a la historia más reciente del ex elefante blanco, no puede olvidar al doctor Héctor Garay. Él, junto a un grupo de artistas y gestores, comenzó en la década de los noventa una gran cruzada popular para conseguir los recursos de habilitación del recinto. Se formó así la Corporación de Pro Término del Teatro Municipal, entidad que durante varios años trabajó con el mismo propósito bajo las órdenes y estrategias del doctor Garay. Fueron años de trabajo, pero el poco compromiso de aquel entonces dificultó las aspiraciones del grupo y se llegó a la convicción de habilitar una sala de bolsillo al costado del teatro. En 1998 se inauguraron las instalaciones gracias al aporte de la comunidad y de fondos del Ministerio de Obras Públicas. Las obras de aquel entonces estuvieron lideradas por el arquitecto Leonardo Palma.
Al poco tiempo, los propios artistas chillanejos comenzaron a presionar a las autoridades para ocupar la Gran Sala. Una de las primeras actividades que se realizó en ese frío y oscuro espacio fue el Encuentro de Teatro Para Chillán, Entepach, que desde sus inicios había utilizado la Sala Lázaro Cárdenas. Pero el carácter internacional del encuentro había hecho que la sala aledaña a la Escuela México sencillamente quedara chica para el nivel de interés que demostró el público chillanejo por participar.
Consolidación
Tras su inauguración definitiva en el 2016, el espacio supo desenvolverse en la búsqueda de recursos para asegurar su mantenimiento. En la actualidad, continúa recibiendo aportes de la Municipalidad de Chillán y ha logrado también concretar recursos del Gobierno Regional a cambio de realizar actividades de carácter global.
También ha contado con la presentación de artistas de connotación internacional como Raphael, quien dio un concierto en junio del año 2018, ocasión en que además, recibió la distinción de Visita Ilustre entregada por la Municipalidad de Chillán en esos años dirigida por Sergio Zarzar. Hoy se recuerda como una anécdota al grupo de personas que quedó atrapada en el ascensor del Teatro a minutos de comenzar el espectáculo puesto que el fervor era tal que los espectadores no respetaron el número máximo de pasajeros dentro del ascensor, elemento que activó su propio mecanismo de seguridad deteniendo la marcha por algunos minutos. Ese mismo año visitó el espacio el cantautor cubano ya fallecido, Pablo Milanés y lo propio hizo el nicaraguense Heraldo Zúñiga.
El 2019 fue igualmente prometedor puesto que al espacio llegaron nombres como Fito Páez, Pedro Aznar, Jorge Drexler y Raúl Di Blassio, entre otros. A días del estallido social, en octubre de 2019, el Teatro Municipal recibió otro concierto. Se trató de Salvatore Adamo, quien se negó a suspender su gira por el país mientras se sucedían las protestas en las calles de todas las ciudades. Chillán por esos días no fue la excepción y de todas formas, el intérprete ítalo belga completó un show en donde se refirió a los hechos históricos por los que atravesaba el país. “Hubiera sido un cobarde si suspendía este concierto y no me encontraba con ustedes en Chillán”, señaló al comenzar su presentación.
De esta manera, y al cabo de dos años desde su apertura definitiva, el Teatro Municipal se consolidó como una plaza capaz de recibir eventos internacionales debido no solo al público que siempre ha respondido a los eventos, sino que también por la tecnología y la calidad de los espacios que ofrece.
El futuro
El Teatro Municipal de Chillán fue inaugurado en julio del 2016 y desde entonces ha cumplido la misión de entretener, educar y brindar todo tipo de espectáculos tanto pagados como gratuitos, a una comunidad que ha respondido con el mismo afán a cada una de las actividades que ahí se realizan.
En este sentido, el alcalde de Chillán y presidente de la Corporación Cultural Municipal, Camilo Benavente, entrega algunas luces respecto al impacto que ha generado este espacio en siete años de funcionamiento ininterrumpido. “Más de 120 mil personas tuvieron la oportunidad de participar de nuestras diversas actividades, lo que es un motivo de orgullo como ciudad. Nos hemos transformado en un verdadero teatro de puertas abiertas y en el gran escenario artístico de la zona sur de Chile. Nos sentimos orgullosos de su infraestructura y de las posibilidades que nos brinda para la recreación de todos y todas las vecinas de nuestra comuna. También de la programación, que siempre está pensada para los distintos públicos. Los chillanejos podemos sentir orgullo del espacio cultural que tenemos y que no solo nos brinda la posibilidad de disfrutarlo, sino también, perpetuar el legado histórico de quienes han llevado el nombre de la ciudad a escenarios de talla mundial” indicó.
Asimismo, la directora de la Corporación Cultural Municipal, Virna Veas, se refirió a los desafíos del espacio. “Este periodo será recordado por una nueva estructura organizacional que, junto a un tremendo equipo comprometido, hemos dado cumplimiento al nuevo plan de gestión, a las modificaciones administrativas producto de la ley de compras públicas. Asimismo, instauramos las convocatorias abiertas, para brindar más oportunidades a nuestra comunidad artística, activamos la Ley de Donaciones Culturales, actualizamos los estatutos, ampliamos la actividad comercial para poder producir nuestros propios eventos, y estamos gestionando nuevas alianzas, convenios y auspicios de privados”, menciona entre los hitos más importantes.
