Señor director:
Las lesiones autoinfligidas en adolescentes se han triplicado en los últimos seis años. Ciertos expertos gustan atribuirlo al afán de inmediatez y una menor tolerancia a la frustración. Sin embargo, la histórica mayor tasa en mujeres por sobre hombres pasó de duplicarlos a triplicarlos en los tres años de pandemia. Habiendo aumento en ambos sexos, hay una crecientemente mayor incidencia relativa en mujeres.
Otro factor explicativo, váyase a saber por qué omitido, es el contagio masivo y descontrolado por Covid-19, debido a las precarias medidas preventivas promovidas por el Ministerio de Salud, que no norman debidamente la ventilación y filtrado de aire interior, junto con el uso de respiradores N95/FFP2 en interiores concurridos, abandonando a las escuelas a ser el principal foco de contagio y recontagio; arriesgando consecuentes secuelas crónicas Covid Largo, peor todavía ante reinfecciones, las cuales sí afectan en mayor medida a mujeres que a hombres (The Lancet, abril 2022), incluyendo diversas afectaciones neuropsiquiátricas: depresión, disautonomia, desregulación emocional, ansiedad, niebla mental, merma en diversas funciones cognitivas (memoria, función ejecutiva, concentración), control de impulsos, agresividad, neurodegeneración, etc.; más los impactos educacionales y socioafectivos que conllevan. El SARS-CoV-2 dinamita las bases neurológicas de la salud mental y la salud orgánica en general.
Las agrupaciones feministas y un Gobierno que se declara tal, debieran ser los centinelas de la prevención efectiva de los contagios, haciéndose cargo del mecanismo de propagación real mediante concentración de aerosoles respiratorios. La asistencia psicológica llega demasiado tarde. Como población, para nuestra sobrevida saludable necesitamos mayor afán de inmediatez, tolerancia a la frustración y amor por actualizar sus conocimientos científicos en las autoridades de salud y expertos de salud mental. Su negligencia preventiva está extinguiendo la llama de vida de nuestra nueva generación desde su tierna infancia.
Luis León Cárdenas Graide