Señor Director:
Estar o no a favor de las mal llamadas “parcelas de agrado”, más bien subdivisión de predios rústicos, no es una discusión sencilla. Se han generado sistemas periurbanos, suburbanos y otros rurales, con urbanizaciones de calidad y otras deficientes. Hoy no se tiene una conciencia global de la realidad y es fácil caer en la tentación de prohibir todo.
Esta subdivisión se ha generado durante los últimos 42 años, avalada por una interpretable y desarticulada legislación. Las operaciones de este tipo en 2021 aumentaron casi en un 100%, por la pandemia y la aspiración de muchas familias por una mejor calidad de vida, en un entorno natural y a un valor accesible.
Esto ha tenido consecuencias negativas medioambientalmente, para los servicios básicos, viales y de transporte público, etc. Es clave regularlas con una mirada multisistémica, teniendo claridad de la situación actual, haciendo un levantamiento de sus existencias que incluya las viviendas sociales construidas.
Podemos enfrentar este desafío y transformarlo en una oportunidad, incorporando las áreas rurales al ordenamiento y planificación del territorio, aprendiendo de nuestra experiencia y por qué no, de nuestros errores.
Si solo se generan prohibiciones, y no una regulación que dé cuenta de estas distintas posibilidades, realidades y contextos, solo estaremos frente a una nueva versión del sillón de don Otto.
Mónica Alvarez de Oro S.
Asociación de Oficinas de Arquitectos AOA