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En junio de 1991 el pianista Alexandros Jusakos se encontraba en Estados Unidos. Había regresado de Europa hace poco y llegó a Nueva York para visitar algunas escuelas de piano y poder estudiar en el país norteamericano. Fue en ese viaje, en que le ofrecieron la posibilidad de conocer a Claudio Arrau en su calidad de músico chileno. Por esos días, el pianista chillanejo estaba de gira en Europa tras volver a los escenarios luego de su accidente doméstico y Alexandros quedó esperando ese regreso. “En eso estaba cuando supimos la noticia de su fallecimiento”, recuerda para La Discusión.
“Ese mismo día me fui a la casa del piano Steinway, y me permitieron estudiar todo el día en la tienda. Recuerdo que pusieron una foto de Arrau y como yo era chileno me dejaron estar ahí todo el día. Siempre me acuerdo que estuve a punto de conocerlo, pero no lo logré”, dice el pianista creador de la Fundación Pianos para Chile que se dedica a la donación de instrumentos y formación.
Por estos días, fue parte del Primer Festival Nacional de Piano, organizado por el Museo Claudio Arrau y financiado por el Ministerio de las Culturas. Desde esa vereda, pudo compartir con los jóvenes talentos venidos desde distintos puntos de Chile.
Maestro, ¿cómo valora usted este tipo de iniciativa del Museo Arrau que ha reunido a los mejores talentos del piano en torno a este festival?
Yo diría que este es un evento inédito en Chile. Valdría la pena que se replicara y ojalá esto fuera el puntapié inicial de algo enorme que se transformara en una tradición. Originalmente, la idea era tener un pianista de cada región. Llegaron más de 30 grabaciones, y teníamos que elegir 16. Lamentablemente no había de todas las regiones, así que tuvimos que elegir a los mejores y tuvimos a un grupo de 16, más los dos invitados de aquí de la zona, que son realmente de unas condiciones pianísticas extraordinarias. Yo creo que todos van a ser pianistas, todos los que estuvieron en este festival quieren dedicar la vida a la música, por lo tanto, se cumple un objetivo que nos puede salvar como país.
¿Cuál es el consejo que usted le dio al grupo de estudiantes en las instancias como la masterclass que les brindó?
Yo diría que lo más importante es confiar en que esto no es solamente un pasatiempo, sino que puede ser una profesión y lo que yo siempre les digo a los alumnos y a la gente que se quiere dedicar a la música es que no conozco ningún músico que no tenga trabajo, ninguno. Y sí conozco muchas otras profesiones que tienen muchos problemas laborales en el mundo actual. Tenemos un movimiento de orquestas juveniles que tiene un desarrollo de clases en todo el país y todavía tenemos una carencia grande de profesores de nivel. Por lo tanto, es una carrera completamente viable y que va a tener un campo laboral infinito prácticamente, porque además en la pandemia se produjo una explosión de necesidad de cosas distintas. En el encierro nos dimos cuenta que nos hacía falta el teatro, los conciertos, la música y fue el acompañamiento que nos hizo sobrevivir estos dos años que estuvimos encerrados. También, los padres han entendido la importancia que un hijo aprenda un instrumento, no solo el piano.
Arrau se tuvo que ir muy pequeño de la ciudad para estudiar y este es un fenómeno que sigue ocurriendo en Ñuble ¿Qué opina de esta realidad?
Bueno, justamente todos estos chicos que vemos hoy día con gran talento, la gran mayoría son de provincia, por lo tanto, siempre el arraigo a tu casa es el que da la posibilidad de eventualmente volver. Y bueno, yo creo que tenemos males endémicos en nuestro país, el culto al número uno, Santiago es Chile. Tenemos que transmitirles a las nuevas generaciones la idea de que la música, la expertiz musical tiene tres lugares de desarrollo profesional, que son la interpretación soística, que es lo que estamos viendo estos chicos; la interpretación cameralística, que es cuando tocan con otros; y la pedagógica. Entonces hay que desarrollar esa expertiz y ese deseo de estudiar y de tener la guía de los profesores.
¿Fue Arrau un referente en su formación?
Totalmente. Yo era muy pequeño cuando vino, tenía nueve o diez años. Yo vivía en Antofagasta, pero su visita fue todo un suceso e incluso pasaron sus conciertos en la televisión abierta. En esa época tampoco había cable, teníamos tres o cuatro canales no más, pero lo pasaron. Ahora casi es muy raro que pasen un concierto de algún gran artista en la televisión, es muy raro. Así también nació el concurso Claudio Arrau y muchos de los pianistas que ahora somos activos en Chile participamos en estos certámenes con 12 13, 14 o 15 años. Somos muchos los pianistas de esa generación los que fuimos marcados por el trabajo que desarrolló Claudio Arrau.