Las personas que vivieron el lado más grave del Covid-19 estando hospitalizados en una unidad de cuidados intensivos o conectados a un respirador artificial, y ganaron la batalla contra la enfermedad, deben enfrentarse a otra realidad para la que no estaban preparadas: los gastos por tratamientos, exámenes y atenciones médicas por el coronavirus.
Si bien para algunos pacientes la atención ha sido prácticamente gratis, otros han tenido que desembolsar cifras millonarias, dependiendo de varios factores, entre ellos, el plan de salud, el recinto de atención y el nivel de complejidad.
En un centro de salud privado de la región de Biobío estuvo internado durante ocho días el quillonino Patricio Torres, tras contraer el Covid-19 en una reunión del Servicio de Salud Ñuble, en marzo del año pasado.
Sufrió una neumonía a causa del virus que llevó a estar cuatro días en la unidad de cuidados intensivos y otros cuatro días en sala de hospitalización. Los diversos exámenes y tratamientos suministrados para superar la enfermedad arrojaron un costo que superó los $7 millones de pesos.
“Yo fui solamente a la clínica por un examen de pulmón, un TAC, y me dicen que no me puedo mover y que me van a ingresar, y ahí uno se asusta por los costos, entonces cada día se suma el monto, y cada día vienen una cantidad de exámenes que uno no se imagina. Los médicos tienen que formarse una opinión muy fundada respecto a cuál es el estado del paciente, entonces son exámenes tras exámenes, me pinchan por aquí y por allá”, recordó.
La activación del seguro de salud catastrófico, más la cobertura de su isapre, permitió reducir significativamente el monto a pagar, quedando en definitiva con una deuda de $2.5 millones de pesos.
“Afortunadamente la clínica estaba adscrita a la isapre con la que tenía convenio y no tuve mayores inconvenientes porque fue un compromiso de pago que me lo suscribió la isapre, y por fortuna, en ese momento se consideró que el seguro catastrófico permitía contener este tipo de patología. Así que los costos se redujeron en un 50 o 60%. No obstante, finalmente tuve que pagar cerca de 2.5 millones”, dijo Patricio, de 55 años.
Los costos siguieron incrementando, al menos en $1 millón más, tras salir de la clínica, ya que producto de las secuelas del coronavirus, como dolores musculares permanentes y fatiga crónica, debió continuar con ejercicios kinesiológicos y exámenes para evaluar su condición de salud.
“Finalmente esos costos, en mi concepto, equivalen a unas 10 veces el sueldo mínimo, entonces, no deja de ser, aun cuando la propia pandemia y los efectos del coronavirus te generan una condición de menos capacidad para generar recursos. Comprendamos que con las cuarentenas todo el trabajo se va reduciendo, los ingresos bajan y los gastos suben”, recalcó.
Patricio utilizó ahorros, el cobro de la retención de impuestos y algunos beneficios del Estado para saldar la deuda que dejó su tratamiento para combatir el Covid-19. Considera que los costos del tratamiento del coronavirus varían de un paciente a otro, por tanto, cree que es necesario que para los pacientes que se atienden en recintos de salud privados deben contar con ayuda del Estado para costear los gastos.
“Más allá de los propios sistemas que dispone cada aseguradora privada, debiera haber una forma que permita tener algún préstamo o algún tipo de apoyo por parte del Estado, a través de sus instituciones”, señaló.
A un año de haber superado la enfermedad y estar vacunado contra el coronavirus, aseguró que debe estar preparado en caso de una eventual reinfección, y poder resolver la emergencia.
“Es un alto costo que me obliga a estar preparado porque toda persona que se haya infectado no está libre de volver a infectarse, de hecho ya van varios cientos en Chile que se han reinfectado, más aún con esta nueva cepa, lo bueno es que ya estamos vacunados. Según lo que se ha publicado no llegamos a una fase grave, incluso considerando las nuevas cepas, pero naturalmente hay que estar muy atentos, nadie puede considerarse un experto en Covid, por tanto siempre puede darnos una sorpresa, y como tenemos Covid, por lo menos para un año más, hay que estar siempre tratando de ahorrar en la medida que se pueda”, precisó.
“Hay que entender que el Covid tiene muchos efectos, por eso tenemos que evitar contagiarnos, y uno de los efectos no visibilizados son los costos tras superar el Covid por las secuelas”, finalizó Patricio.
A la espera de una rebaja
Desde su hogar en el sector de Ultraestación, Yessica Hernández, expresó que aún mantiene la esperanza en una rebaja que aligere la pesada carga de una deuda, que su marido contrajo en el hospital de Chillán a causa del Covid-19.
Luis Barra(45), quien es afiliado a Fonasa C, permaneció casi un mes en el complejo asistencial local, por lo que deberá cancelar un millón de pesos.
Por primera vez estuvo intubado y con ventilador mecánico durante 15 días tras agravar su condición de salud por su diabetes.
Hace un mes que ya está en su domicilio, donde estuvo con rehabilitación con kinesiólogo y fonoaudiólogo por la pérdida importante de masa muscular que lo dejó muy debilitado. Pese a recibir el alta, su esposa comentó que aún tiene dificultades para desplazarse, situación que le impide aún retomar su trabajo relacionado con la mantención mecánica.
Yessica comentó que a partir de ahora se sumarán nuevos gastos al solicitar atención de médico particular, ya que por la situación actual de su marido, no pueden esperar una hora en un consultorio local.
En este momento reconoció que no están en condiciones de pagar la deuda por la hospitalización, ya que tienen otros gastos como contribuciones, colegiaturas de sus dos hijos y otros, que golpean el presupuesto familiar.
“Para nosotros fue un golpe, porque no pensamos que sería esa cantidad de plata. Y bueno averigué por todos lados y fui al hospital, donde me dijeron que me acercara a Fonasa a preguntar, donde me indicaron que tenía que completar un formulario con una asistente social del consultorio. Hice el trámite y recién la semana pasada me entregaron el formulario y adjunté una serie de documentos, como cobros de servicios básicos e ingresos familiares y los entregué en Fonasa. Ahora debo esperar la respuesta para ver si hay alguna rebaja”, relató.
Por ahora solo sabe que el 8 de abril tendrá que entregar una respuesta al hospital respecto al pago. En caso de no obtener un descuento, el matrimonio no tiene otra salida, que pedir facilidades para cancelar la cuenta.
“Creo que está dentro de mis derechos poder solicitar pagar en cuotas, porque obviamente pagar el monto total de una vez será imposible. Tendríamos que pagar en muchas cuotas, porque de otra manera no podría ser. Yo trabajo de manera independiente y vendo productos, pero en estos momentos por pandemia ha sido malo el negocio”, expresó.
Conflicto con Isapre
El ingeniero informático J.O fue notificado con Covid-19 el 26 de junio de 2020. Su historial médico jugó en contra: hipertenso e insulino -resistente, lo que agravó su condición y lo condujo al hospital. El virus también se expandió a su esposa, a sus dos hijos y suegro, quien, a sus 89 años, falleció debido a las complicaciones derivadas de la enfermedad.
Tras permanecer 9 días en el complejo asistencial con oxígeno, el profesional chillanejo logró sobrevivir a la enfermedad, pero su lucha estaba lejos de terminar. Desde la UCI, no solo salió débil y con largo proceso de recuperación por delante, sino también con una cuenta que pagar, de casi 6 millones de pesos.
J.O relató que tuvo que discutir con su Isapre, ya que la entidad no quería responder con parte de la deuda. Argumentaba que su ingreso al hospital fue comunicado fuera del plazo de 24 horas. Antes no pudo hacerlo, recordó, porque apenas respiraba y estaba concentrado en superar la enfermedad. Con ese argumento llegó hasta la Superintendencia de Salud para exigir cobertura de su deuda.
“La Isapre colaboró con un millón 200 mil pesos, y lo demás me ayudó una parte el seguro de vida que tenía, que era otro millón, y el resto lo tuve que poner gracias al retiro del 10% de la AFP. Ese gasto no estaba considerado, y en constancia que el Presidente Piñera había dicho que quien se enfermera de Covid-19 solo iba pagar un máximo del 10% de la deuda, lo cual no era cierto”, comentó.
La experiencia vivida, en lo económico, le generó mucha frustración y angustia, al enfrentar gastos inesperados y barajar diversas alternativas para cumplir con los cobros. Sin embargo, ese capítulo amargo, reconoció, se compensó con la atención recibida por parte trabajadores de la salud, a quienes solo tiene palabras de gratitud.
“Yo no pensaba retirar mi 10% pero me vi obligado por esto. Imagínate fueron casi 3 millones y tanto que tuve que pagar de mi bolsillo. Yo no era partidario del retiro, pero afortunadamente estaba disponible y lo saqué”, dijo.
“En el hospital la atención fue muy buena, los médicos excelentes, te tiraban pa’ arriba, nada qué decir. El problema es cuando sales te encuentras con la enfermedad de la deuda. (…) Pero ya es un tema superado, está todo pagado”, agregó.
Finalmente, J.O llamó a los ñublensinos a tomar conciencia en torno a una enfermedad que te pasa la cuenta tras superar varias etapas. “El virus es algo complicado. Si sales vivo es una suerte, pero después para la clase media como nosotros tienes que estar preparado de qué forma pagas la atención, porque todo se paga. Algunos como yo, tienen la suerte de tener la facilidad de sacar el 10%”, manifestó.
Texto: Antonietan Meleán| Susana Núñez