Señor Director:
He leído con mucho interés el debate que se ha presentado ante la opinión pública acerca de los discursos que se comunican en museos y galerías de arte. En varias ocasiones he concurrido con mis alumnos a ellos, aprovechando la generosa disposición que dichos espacios tienen para con las instituciones educativas y la comunidad en general. Con todo, antes de cada visita comento a mis acompañantes dos situaciones.
La primera: cada exposición se encuentra configurada sobre la base de una curaduría que no es neutra. Los cuadros y esculturas no están dispuestas en cada lugar por casualidad ni sólo por razones estéticas. Por el contrario, normalmente -se espera- el/la curador/a tiene un discurso propio que proviene de su investigación, filosofía, historia, entre otros factores, el cual es exhibido al público mediante la muestra. Lo mismo ocurre con las explicaciones que cada guía realiza a los asistentes, las cuales debemos escuchar con mucho interés, seriedad y respeto.
Explicado lo anterior, les señalo que, frente a la no neutralidad de una muestra, nuestra actitud debería ser, primero identificar el discurso que se nos insinúa, y segundo reflexionar acerca de si estamos de acuerdo con él o no, pero que en ningún caso debería ser tomado como una verdad irrefutable. El relato del espacio cultural es sólo una propuesta, que puede ser enjuiciado por cada uno de acuerdo con sus propias reflexiones.
Erika Isler