Sistema económico
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“La economía no es una ciencia exacta, cualquier pronóstico basado en evidencias puede salir horriblemente mal”. Con esa frase Paul Samuelson, Premio Nobel de Economía (1970), zanjó la discusión en desmedro de la pretensión de validar la disciplina como una ciencia.
La mayoría de los postulados económicos no tiene su contraparte empírica y la recopilación de evidencia histórica no permite construir nuevas teorías. La principal causa de este bucle sin fin (Closed Loop, lo llaman los expertos), se explica por el afán de los economistas en validar científicamente la disciplina. Pero dicho esfuerzo generalmente olvida que los postulados económicos subyacen sobre un conjunto heterogéneo de personas. Este fenómeno queda de manifiesto en las reflexiones de Samuelson: “La economía nunca ha sido una ciencia, y es aún menos ahora que hace unos años”.
El reduccionismo económico, sin embargo, quiere hacernos creer que la economía es una ciencia y que, por lo tanto, el componente subjetivo asociado a valores o fenómenos psicosociales no tienen cabida en los debates económicos. Asimismo, al equiparar la economía a una ciencia, se intenta marginar al no experto del debate. Después de todo, si solo un físico puede hablar con propiedad de la teoría cuántica entonces solo un ingeniero puede hablar de temas económicos. Es por esto que algunos intentan hacer de la economía una “ingeniería”, como si la economía se rigiera por leyes físicas que solo un ingeniero conoce y puede manipular.
Pero la economía no funciona así. Los sistemas económicos son construcciones humanas, inventos nuestros y como tales son moldeables. A lo largo de la historia humana ha habido múltiples sistemas económicos y no hay razón alguna para creer que el actual es el definitivo o el más idóneo. De hecho, hay suficiente evidencia de que necesita profundas correcciones, y con urgencia.
Buena parte de las razones que han generado la crisis social que actualmente sufre Chile están relacionadas con problemas asociados al bajo crecimiento económico, a la inequidad en la distribución de la riqueza, al desempleo y a la pobreza; y demandan de la economía políticas oportunas y efectivas.
Las universidades son, en la actualidad, las instituciones que mayor contribución realizan en materia de investigación económica aplicada y en ellas la Región de Ñuble debería encontrar una masa crítica necesaria de investigadores para el estudio y diseño de políticas públicas locales ante temas complejos, donde precisamente las políticas nacionales, de carácter general, han fracasado.
El alto desempleo de la Región y su capital es el mejor ejemplo de un problema donde la contribución de la economía aplicada sería muy bienvenida, pues se requiere -y con urgencia- una mirada técnica y pertinente a nuestra realidad, frente a autoridades que han optado por un inmovilismo que hasta ahora solo nos ha asegurado la permanencia en el primer lugar de las regiones y ciudades con mayor desempleo en Chile.