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Sigue misterio en los últimos casos que afectan a mujeres en Ñuble

Nada de nada. Eso es lo que la familia de Carolina Fuentes Bustos sabe de su paradero, tras perderla por ya 45 días, luego que el pasado 25 de junio se estampara en el retén de Carabineros de Ninhue una denuncia por presunta desgracia en su contra.

Y ayer, a las 18.00 horas, se realizó una velatón en la plaza de esa comuna, para pedir a las autoridades que no cesen en su búsqueda o, que quien sepa qué fue lo que le ocurrió, confiese.

“Se ha dicho mucho que ella andaba con un amigo o conocido que la transportaba, casi como cargo o Uber por todos lados, y que sería la última persona que la vio, pero no sabemos nada más y eso lo está viendo la PDI”, dice Nicolás, su hijo mayor, quien viajó desde Santiago a Ñuble para poder estar más cerca de las fuentes oficiales de quien lleva la causa adelante.

Nicolás ha ido en algunas oportunidades a la PDI, para conversar con los funcionarios de la Brigada de Homicidios, quienes llevan el caso adelante.

“Y lo que nos dicen es que están haciendo las diligencias. Me dijeron que tienen algunas pistas, pero que no me las pueden decir para no entorpecer la investigación, y eso es algo que tenemos que respetar, aunque sea a costa de no saber nada al respecto”, comenta.

Eran más de 100 las personas que habían comprometido presencia en la velatón, sin embargo por el “ya saben qué” solo se autorizó un máximo de 50 personas, entre amigos y familiares, quienes demostraron que sus hijos no están solos en esto.

Carolina había venido desde Santiago para cobrar la parte que le correspondía por la venta de una camioneta que les había dejado su padre como herencia.

Y ese dinero desapareció con ella.

Para Oscar, su esposo, quien reside en Santiago, la situación “es totalmente anormal. Ella nunca haría algo así como desaparecer y no comunicarse con nadie. Lo que más me duele, es que estoy seguro que si fuera familiar de algún político o alguien famoso, la estarían buscando como locos”.

Se llamaba Gladys

Carlos enviudó el 9 de junio de este año. Había llegado a Ñuble desde el sur hace pocos años, para poder establecerse en una comuna fuera de Chillán, para llevar una vida tranquila, junto a su pareja, Gladys Ardila, una colombiana, con quien hizo contacto a través de redes sociales.

Ella entró al país con un niño, hoy de tres años, y en Chile volvió a ser madre hace unos cuatro meses.

Carlos mantuvo contacto telefónico con Gladys en la tarde del 8 de junio, porque ella trabajaba en Chillán como asesora del hogar.

“Y no la volví a ver más”, dice.

El siguiente llamado en relación a ella que recibiría fue el que le hizo la PDI, días después. Específicamente, la Brigada de Homicidios (BH), unidad que, por orden de la Fiscalía Local de Chillán, retiró el cuerpo de la mujer desde el caudal del Canal de La Luz, 9 de junio en la mañana, luego que unos transeúntes vieran su cadáver, cerca de las 7.15 horas, y avisaran a Carabineros.

Este caso es un real misterio, porque -literalmente- nadie sabe qué pasó. Nadie.

Es más, el Servicio Médico Legal (SML) comunicó en su informe que la causa de muerte de Gladys es “indeterminada”.

Así lo confirma el fiscal de la causa, Mauricio Mieres, quien dijo a La Discusión que “la causa de muerte en este momento es indeterminada a falta de algunos peritajes pendientes, puntualmente, toxicológicos”.

Pese a ello, “se solicitó a la Brigada de Homicidio que trabajara en la investigación del caso”. La investigación, por tanto, se trabajará como si hubiese sido un homicidio, aunque, preliminarmente, se descartó golpes o lesiones atribuibles a otras personas.

“Si me preguntan a mí, yo creo que la mataron. No es normal lo que le pasó, y no creo que simplemente se haya caído casualmente, y menos creo en el suicidio. Tuvimos un hijo hace poco, y estábamos saliendo adelante. Pero no quiero decir nada más. Se lo dejo todo a las manos de la PDI, ellos sabrán qué hacer. Lo único que yo pido es que al menos sus hijos, cuando crezcan sepan qué fue lo que le pasó a su mamá”, comentó Carlos.

El cuerpo de Gladys ya le fue entregado a su pareja, pese a que aún no se confirma oficialmente su identidad.

El Covid 19 y su retardante contingencia tienen este trámite burocrático congelado y a la espera que desde Colombia confirmen que la huella digital de la víctima corresponde al de Gladys Ardila.

Con muy poca gente, nada de prensa ni atención mediática fue sepultada.

No hubo velatones protestando su deceso, ni campañas en redes sociales exigiendo justicia.

Se fue, tan silente como llegó. Pero dejando a dos hijos, a su pareja, un sueño roto y mucho por responder.

Felipe Ahumada

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