Señor director:
El senador y presidente de la UDI Javier Macaya, declaró el viernes 21 de mayo en una conferencia de prensa, que “no existe ninguna conversación posible en las reformas importantes que necesita Chile si Giorgio Jackson sigue en el Gobierno”.
Con estas declaraciones, Macaya no hace más que condicionar el progreso de Chile al cumplimiento de un capricho político. Digo capricho, porque hasta hoy no existe una prueba fehaciente de que el ministro Jackson esté vinculado directamente al caso Democracia Viva, o que tuvo responsabilidad en el robo ocurrido en las dependencias del Ministerio de Desarrollo Social.
Asimismo, tampoco existen pruebas de que Javier Macaya haya actuado como encubridor en la causa seguida contra su padre por abuso sexual. Sin embargo, parte de la izquierda insiste en calificarlo como “encubridor de pedófilos”. Esto, junto a la idea de que el robo en el Ministerio de Desarrollo Social fue “una operación política” contra el ministro Jackson, constituyen otra deficiente estrategia comunicacional para el historial del oficialismo.
Todo lo anterior ejemplifica cómo en la política chilena se hizo hábito el combatir injurias con más injurias, en vez de poner el foco en lo que es realmente importante: dialogar, criticar constructivamente y contrastar puntos de vista. Los dichos del timonel UDI, sumados a la pérdida de tiempo que fue la acusación constitucional contra el ministro Ávila, sólo evidencian cómo la oposición pretende desestabilizar al Gobierno para volver al poder lo antes posible, en vez de aportar constructivamente al progreso de Chile.
¿Qué hará el gobierno ante este comportamiento? ¿Exponer la estrategia opositora o seguir impulsando la rueda de la injuria y la ofensa? Sin duda, la política chilena necesita elevar transversalmente sus estándares de discusión, de cara a una ciudadanía que está cada vez más desinteresada ante los asuntos públicos.
Benjamín Elisa Fernández
Militante del Partido Liberal