Señor Director:
Los sucesivos triunfos del proyecto por el retiro del 10% en la Cámara de Diputadas y Diputados han tenido efectos impensados. Y si bien debe ser medido en su justo alcance –debido a la eventual “letra chica”–, también es cierto que puede ser leído como la reconfiguración de la derecha tradicional. En efecto, al apoyo de varios representantes RN a la aprobación de la iniciativa, días más tarde se sumó el remezón en el gremialismo, donde, demostrando su particular interpretación democrática, la UDI buscaba pasar a su Tribunal Supremo a los díscolos del programa partidista. ¿Resultado? Los diputados Carter, Amar y Troncoso anunciaban sus renuncias a la colectividad.
Si a esto sumamos el eventual apoyo de Iván Moreira y otros senadores proclives al negociado, tenemos frente a nosotros al único tipo de capitalización individual que ofrece réditos: el de la expiación frente a la sociedad, no por convicción, sino por temor a hundirse junto con el modelo.
Seamos claros: estos repentinos actos puntuales de bondad responden a la lectura de una coyuntura social histórica exacerbada por la pandemia y por la típica (asistencialista) pésima respuesta de uno de los gobiernos que jamás intentó solucionar un problema estructural denunciado hace años. Dicho esto, la capitalización particular del perdón colectivo es lo único que les queda por negociar.
Fernando Fernández Ulloa