Uno de los renglones más importante de la economía regional es el del turismo, hoy gravemente afectado por la pandemia, que ya se llevó la temporada de invierno de Las Trancas y Las Termas, junto con miles de negocios que dependen mayoritariamente de aquellas actividades.
La brusca caída en la actividad queda en evidencia al revisar las estadísticas de las llegadas de pasajeros. Según la Encuesta mensual de alojamiento turístico (EMAT), que elabora el INE, en abril de 2020 llegaron apenas 261 pasajeros a los recintos de la región, lo que representa una caída de 98,6% respecto a igual mes de 2019.
Hay comunas como Pinto, Quillón y Cobquecura, cuya subsistencia depende del turismo. Allí, hace 5 meses, de la noche a la mañana, miles de pequeñas y medianas empresas se vieron forzadas a cerrar sus puertas. No tuvieron el suficiente pulmón económico. La suspensión abrupta del flujo de caja resultó letal para muchas. De hecho, se han destruido miles de empleos y si algunos tenían alguna posibilidad de sobrevivir, entraron en la “lista negra” de negocios de altísimo riesgo para los bancos.
Son sobrecogedores los testimonios de los dueños de restaurantes y complejos turísticos que no reciben ni un peso por concepto de ventas, pero deben seguir pagando créditos y cánones de arrendamiento.
En el sector ya solo piensan en el próximo verano y en cómo garantizar la seguridad sanitaria es un factor clave, como también la capacidad de adaptación e innovación frente a un mercado que presentará nuevos hábitos de consumo, y planteará nuevas exigencias que estimularán ajustes, como también tendrán nuevos deberes para garantizar la sostenibilidad de la actividad. Veremos con frecuencia el uso de mascarillas, principalmente en el transporte y alojamiento, se fortalecerán los medios de pago electrónicos y habrá que implementar nuevas prácticas de chequeo en los hoteles.
El turismo es un sector que genera empleo, que estimula el desarrollo de las regiones y cuya infraestructura ya está creada. Pero para adaptarse se necesitan recursos y lamentablemente, gran parte de las empresas del sector no tiene acceso a créditos Fogape, debido a la evaluación de riesgo hecha por los bancos.
Por lo mismo, el Gobierno debe atender a esta particularidad y diseñar un crédito especial para el turismo, con condiciones muy flexibles y tomando como base las ventas actualizadas de los últimos tres años para su evaluación, a tasa de interés igual a cero y un plazo de gracia de 24 meses, con servicio a la deuda a 60 meses, como han planteado los mismos dirigentes gremiales.
Las personas no dejarán de viajar y tan pronto se empiece a facilitar la conectividad, los turistas comenzarán a analizar qué destinos representan mayor confianza. Para eso hay que estar preparados, adaptarse y antes que todo disponer de los recursos para hacerlo.
Ese debe ser el objetivo de todo cuanto se haga en Ñuble antes de esa esperada fecha.