La contracción histórica de la economía ha desembocado en miles de empresas sin capacidad para operar y ofrecer sus servicios, mientras que por el lado de la demanda, los consumidores están agotando los últimos cartuchos del retiro del 10% de las AFP y pronto dejarán de comprar por la pérdida de nuevos empleos, la reducción de ingresos o la incertidumbre frente a la situación sanitaria.
La destrucción de puestos de trabajo es enorme. En la Región son casi 50 mil -el doble de lo proyectado en marzo- y en el país 2,3 millones de personas.
Las cifras de desempleo tienen también el rostro de los llamados inactivos, esas personas que perdieron la esperanza de hallar trabajo porque no hay ofertas laborales en una economía peligrosamente parada. En Ñuble, son 44.760 las personas que hace un año estaban activas en el mercado laboral, ya sea ocupadas o buscando trabajo, pero que han decidido abandonarlo porque, sencillamente, perdieron la esperanza de encontrarlo. Si los sumáramos, la tasa de desempleo regional bordearía el 30%.
Frente a esta realidad, la prioridad en materia de políticas públicas debería ser una agenda para acelerar la reactivación económica y el empleo, y es lo que el Gobierno ha puesto sobre la mesa. El plan “Paso a Paso, Chile se recupera” considera inversiones por más de 34 mil millones de dólares en dos años y crear más de 250 mil empleos en todas las regiones del país. En Ñuble, la apuesta son 3 mil fuentes laborales directas. Adicionalmente, se pretende dar impulso a la pequeña y mediana empresa. Y para eso, además de los incentivos tributarios que están aprobados, se suman incentivos nuevos como la rebaja del Impuesto de Primera Categoría a las pymes del 25% al 10%, junto con la postergación en el pago del IVA.
El desempleo ya era el gran problema de Ñuble antes de la llegada del coronavirus y será uno de los impactos con mayor duración que le dejará la pandemia a la Región. Por lo mismo, es tarea del Ejecutivo fortalecer los mecanismos para proteger los empleos que quedan y tener estrategias para recuperar los puestos de trabajo perdidos y reconstruir el tejido empresarial, una tarea que no será fácil si no hay un contexto favorable para hacerlo, como son los mayores incentivos para emprendedores y empresarios tradicionales.
Ante la situación de un número creciente de empresas en ruta hacia la insolvencia, y muchas más luchando por sobrevivir, el Gobierno no se puede quedar de brazos cruzados. En especial cuando la recuperación económica del país está sostenida sobre los hombros de la iniciativa privada.
El llamado a las autoridades, entonces, es no solo para que contribuyan con la buena ejecución de los planes de reactivación, sino también para el despliegue de medidas que ayuden a enfrentar la crisis de las empresas y a proteger los puestos de trabajo que estas generan, pues de ello dependerá en mucho la envergadura de la crisis social y económica que nos deje esta pandemia.