Señor Director:
Recientemente se dieron a conocer los resultados de la “Encuesta de consumo de alimentos y ansiedad durante la cuarentena por Covid-19 en Iberoamérica”, concluyendo que 44% de los chilenos ha tenido un aumento de peso en el período. Los expertos argumentan que la ansiedad de los encierros, superando los 100 días en algunas comunas, además de la reducción en los movimientos y traslados, han ayudado a que se llegue a dicha cifra.
Se trata de una situación, a lo menos, preocupante, y es parte de un problema que se arrastra por años en el país: la obesidad y la inactividad física. Según las últimas encuestas de actividad física realizadas en Chile, 81% de los chilenos no realiza deporte bajo los parámetros que recomienda la OMS, es decir, 2 horas y 30 minutos de actividad moderada a la semana. Este alto porcentaje también va de la mano con los altos índices de obesidad y sobrepeso, alcanzando 74% de la población adulta y 52% de los niños de nuestro país.
Es evidente que hoy la principal tarea de nuestras autoridades es hacer frente al Covid-19 y las dramáticas consecuencias económicas que estamos enfrentando. Pero pensando en la sociedad que queremos construir, también es relevante -y esperable- que a partir de esta crisis surjan políticas públicas tendientes a mejorar la calidad de vida de las personas a través de un incentivo serio por incorporar mejores hábitos alimenticios y la práctica deportiva sostenida, aspectos que, pese a declaraciones de buenas intenciones, no han sido valorados en su real dimensión.
Felipe De Larraechea M. Director Fundación BostonRun
