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Chile se enfrenta a uno de los mayores desafíos de su historia como sociedad organizada. Con bajas tasas de natalidad y mortalidad, cada año la población adulta mayor aumenta y sus gastos en salud también van en crecimiento.
En el caso de la Región del Ñuble, el envejecimiento poblacional es evidente, ya que actualmente el número de personas mayores de 60 años corresponde a 123.596, un 46% más que en 2014, cuando esta cifra correspondía a 84.741 personas, según constata un estudio elaborado por el Programa de Conocimiento e Investigación en Personas Mayores (Cipem) y Caja de Compensación Los Héroes.
A nivel país, el estudio evaluó la evolución demográfica entre 2004 y 2044, destacando que para 2024 se registró un aumento en la proporción de personas mayores de 60 años, ya que hoy corresponden al 19,2% (17,4% hombres y 20,9% mujeres), y 20 años atrás representaban solo el 11,6%.
Según estudios del Departamento de Economía de la Salud del Ministerio de Salud, el gasto hospitalario en pacientes de la tercera edad aumenta anualmente en más de 50 mil millones de pesos. Una cifra que, solo considerando el aumento de hospitalizaciones, se cuadruplicará para el 2050.
No cabe duda que con el incremento de la esperanza de vida a los niveles esperados, la demanda por atención de salud debe cambiar de manera importante. En primer lugar, existe necesidad de contar con especialistas en enfermedades propias de los adultos mayores, habrá más requerimientos de hospitalización y tratamientos médicos más costosos y complejos.
En la actualidad, no pareciera existir una política pública encaminada a prepararse para este aumento importante de la demanda. Basta ver los problemas que existen en los hospitales públicos y privados, que se agudizan en ciudades intermedias, como la nuestra.
Por otra parte, es fundamental trabajar con las personas en edad media, que serán los adultos mayores de la mitad del siglo 21. ¿Cómo se están preparando hoy para tener una buena calidad de vida en el futuro? ¿Qué grado de conciencia existe en estos adultos jóvenes respecto de la necesidad de preocuparse de su salud y vida sana para evitar tener una vejez complicada?
En rigor, vemos que no se toman las medidas que permitan enfrentar este desafío en los próximos años, como es la formación de personal médico y de enfermería especializado en gerontología. No hay suficientes becas de especialización y tampoco se han puestos los incentivos adecuados para que los profesionales jóvenes se interesen en esta área de la salud. Es un imperativo ético contar con servicios de geriatría en los hospitales públicos, para que la mayoría de los ancianos tenga acceso a lo que hasta ahora solo es privilegio de los que pueden pagar.
Sin embargo, un plan integral que le permita a Chile enfrentar los desafíos de la nueva estructura poblacional en las próximas décadas no puede limitarse a los aspectos de la salud. Ese proceso debiese incluir una planificación de viviendas y desarrollo urbano que permita a los ciudadanos mayores estar expuestos a menos accidentes, a movilizarse con facilidad y a disfrutar de una activa vida social.