Señor Director:
Luego que el reciente premio Nobel de Economía haya despertado el interés por la discusión del salario mínimo, es necesario poner énfasis en la importancia de tener uno digno y justo. Si bien universalmente no existe una suma aceptada que defina este tipo de sueldo, su monto debe permitir a las personas tener una vida decente, que satisfaga sus necesidades, tanto a nivel profesional como personal.
La misma Declaración Universal de los Derechos Humanos afirma en su artículo 23 que toda persona tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana (…). A su vez, la remuneración también se puede ver reflejada en beneficios otorgados por las empresas como servicio de alimentación, bonos, aguinaldos y otras prestaciones para los colaboradores y sus familias.
Sin embargo, es necesario empezar a mirar a los trabajos que fueron esenciales durante la pandemia, (cadena de suministro, servicio de transporte, despachos a domicilio, auxiliares médicos) aquellos que por mucho tiempo no fueron tomados en cuenta o no han sido valorados de la forma correcta. Sin esta gran cantidad de colaboradores que dieron su compromiso absoluto, ni las empresas ni la sociedad habrían podido salir adelante, por lo que la valorización hacia su personal debería darse a través de un salario justo y un espacio adecuado de trabajo.
Recordemos que la dignidad de un trabajador no solo se sustenta en una remuneración económica, sino también en la relevancia que tiene dentro de su organización. Tener una visión distinta sobre cómo retribuir a los colaboradores es, sin duda, un aspecto fundamental para motivar a los miembros de una empresa y que se sientan valorados como se merecen.
María Jesús García-Huidobro
Gerente de marketing de Laborum.com