Señor Director:
Diversas son las lecturas post plebiscito, pero me quiero centrar en una que a mi modo de ver resulta del todo preocupante. Existe un evidente rumbo de colisión entre dos fuerzas. Primero está la inmensa y abrumadora mayoría que votó por redactar una nueva constitución, “poder constituyente original” y un porcentaje aún mayor para que sea escrita por una convención constitucional elegida 100% por voto popular, enviando un mensaje en mayúsculas al actual establishment político, la segunda fuerza.
Ésta última fuerza o “poder constituido” (actual congreso), cuyo porcentaje de aprobación no supera el 5%, pactó y escribió una salida por arriba del estallido social del 18-O, y que el poder constituyente no estaba pidiendo. La consigna en las marchas y protestas era una nueva constitución vía Asamblea Constituyente, no se vieron carteles llamando a una Convención Constitucional. Así, entonces, la dicotomía sigue presente y no resuelta.
Se conforma un escenario donde la llave para destrabar la pugna de fuerzas la tiene el actual poder constituido. Ellos son los que deben dar muestras concretas de que sí están escuchando la voz de la gente, con leyes que tiendan a facilitar la creación de listas de independientes, bajar el porcentaje de firmas para presentar candidatos independientes y lo más importante, articular la forma de financiamiento de éstos para poder competir de igual a igual.
Evidentemente, estas medidas no benefician a los actuales partidos, pues pierden poder y votos, lo que les haría quedar al margen de la convención, lo que nunca pasó por sus mentes la noche del “acuerdo por la paz”.
La colisión entre estas dos fuerzas está planteada y con resultado incierto aún, si no mejoran las condiciones de participación de los independientes para su elegibilidad en iguales condiciones que el resto.
Veremos si los políticos de verdad quieren lo mejor para Chile como tanto pregonan, ellos y solo ellos tiene la solución.
Nelson Agurto Pavez