Chillán transita nuevamente hacia un momento crítico de la pandemia, tal como lo hizo en marzo, septiembre y noviembre del año pasado, pero esta vez con factores agravados que amenazan con potenciar los aspectos más sensibles, como son el colapso de la red hospitalaria y el aumento de las personas fallecidas.
El último informe del equipo Icovid Chile, el principal referente científico del país sobre la pandemia, confirmó que el virus está en franca expansión y que existen varios factores que podrían contribuir a acentuar esta tendencia, como una mayor movilidad y conducta menos responsable por vacaciones, junto con la percepción equivocada de que la mayor parte de la población estará vacunada en pocos meses.
En este escenario, se ha instalado nuevamente la preocupación de una nueva cuarentena general en Chillán. Sería la tercera y al igual que las dos anteriores, se espera que logre contener el espiral de contagios, no obstante sabemos que es un instrumento preventivo muy costoso, ya que hundió la actividad económica local y destruyó miles de puestos de trabajo.
En consecuencia, hay que espantar el fantasma de la cuarentena general, dado que esta medida de corte extremo también produce más daño emocional y social, además de la reactivación de otros eventos no prevenidos ni suficientemente tratados, sobre todo en materia de salud mental.
También los expertos recuerdan que decisiones como ésta no sirven para eliminar el virus, sino para desacelerar su transmisión, y para lograr este efecto se ha probado que la aplicación de otras medidas orientadas a mejorar las pesquisas y a atenuar la movilidad, las aglomeraciones y las reuniones, podrían tener iguales resultados.
Cuando los protocolos poco a poco se dejan de aplicar bajo premisas de falsa seguridad, alentadas por el propio Gobierno, que ha manejado la comunicación del riesgo de forma desastrosa, siempre existirá la posibilidad de un confinamiento total. Pero es claro que ésta se reduce en la medida que deje de confundir a la población con medidas y mensajes contradictorios y mejore el comportamiento de la propia ciudadanía en orden a cumplir las únicas acciones que hasta ahora han sido exitosas contra el virus: el uso correcto y masivo de mascarillas, la distancia física, el lavado de manos, evitar las reuniones masivas y pesquisar a los contagiados que no experimentan síntomas.
A estas alturas no hay nada que inventar en materia de prevención, solo insistir -por todos los medios y de todas las formas- en que el respeto riguroso de las medidas de prevención, con un criterio de responsabilidad colectiva, es lo único que diluye la posibilidad de un tercer encierro total en la intercomuna.
