“Ríos amenazados”

Señor Director:
Leí con atención su editorial “Ríos amenazados” y comparto la preocupación: los basurales en los cauces son una vergüenza y dañan nuestros ecosistemas y comunidades. Coincido en que se requieren medidas concretas de fiscalización y educación ambiental, porque no basta con carteles que digan “no botar basura”.
Sin embargo, los ríos no están amenazados solo por neumáticos y colchones viejos. ¿No son amenazas mayores aquellas que buscan modificar por completo la vida de un río? Pienso, por ejemplo, en los proyectos de embalses en los ríos Ñuble, Chillán o Diguillín. En este último caso cuya primera piedra se pretende instalar el año que viene.
Ahí ya no hablamos de basura en la ribera, sino de infraestructuras que sepultan ecosistemas, desplazan comunidades y reducen a nuestros ríos a simples canales de riego para el negocio agroexportador. Hoy se planifican obras que podrían borrar la posibilidad de que nuestros hijos e hijas conozcan un Ñuble, un Diguillín o un Chillán libres y vivos.
Defender los ríos no solo implica sancionar al que arroja escombros, sino también cuestionar proyectos que hipotecan el futuro de toda una región. La educación ambiental parte por decir que nuestros ríos no están solo amenazados por la basura, sino por decisiones políticas que favorecen intereses privados sobre el bien común.
César Uribe Araya