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Riel Miller, director del proyecto de Anticipación de Unesco, Francia, visitó por segunda vez el país, y por primera la Región de Ñuble, para participar del seminario “Imaginemos la agricultura y la alimentación del futuro”.
Invitado por el Consejo Nacional de Innovación para el Desarrollo (CNID) y el Gobierno Regional de Ñuble, el economista analizó la importancia de la innovación y la imaginación colectiva para pensar el futuro.
-¿Cómo pensar el futuro para la Región de Ñuble en materia de agricultura?
-He trabajado durante 30 años como una persona que ayuda a la gente, un arquitecto del proceso para pensar el futuro en diferentes países, he visto a distintas personas, con diferentes discursos, en un contexto general hay muchos elementos diferentes como la autosuficiencia, la fortaleza de demostrarse a sí mismos que son capaces de sobrevivir. Lo que hacemos es ayudar a la gente a encontrar esos elementos primordiales para pensar el futuro. Por ejemplo, las ideas de cómo animarlos a colaborar, a inventar. Invito a la gente de cada región, de cada contexto, que comiencen a partir de su propia historia, no como si fuesen Nueva York, Tokio o París. Soy yo mismo, y eso es crucial para proponer el futuro, a partir de mi propia imaginación.
-¿El futuro de la agricultura se sitúa en la construcción de embalses o del uso eficiente del agua?
-Cualquier producción tangible, incluida la investigación agrícola, por una simple razón, que es que es una forma más económica en términos de tiempo y recursos. El agua y el carbono, y el circuito cerrado del sistema de producción son formas de mejorar la eficiencia y la productividad. La eficiencia es un recurso bastante lógico en términos de que no queremos perder ni nuestro tiempo ni nuestros recursos. Soy economista de formación, tengo un doctorado en economía y diría: si algo es barato, lo desperdiciaremos. Si el agua es un recurso que no es muy abundante y debería tener un precio más alto, debe hacerse. El obstáculo fuerza la creatividad. Si no tenemos restricciones no somos creativos. Entonces, si decimos que todo debe ser gratis, nada vale nada y no seremos efectivos.
-¿Qué piensa de la construcción de un embalse que inundará 1.700 hectáreas de biodiversidad?
-Estas son siempre elecciones relacionadas con la propia comunidad, sobre cómo evalúan su papel en el mundo. Tengo un ejemplo: en Viena quieren construir un rascacielos, pero tienen prohibiciones porque Viena tiene un patrimonio cultural mundial y si construyen un gran rascacielos ya no será la Viena del pasado. Por lo que Viena tiene una elección que hacer. Si la evolución de su ciudad vale más que conservar una especie de postal para el mundo, depende de ellos decidir. Eso es democracia. Pero la biodiversidad pertenece a toda la humanidad. Es cierto que a veces hacemos sacrificios que no son compensados, ni siquiera reconocidos por otros, es uno de los mejores desafíos de nuestro tiempo, cómo realizar nuestra interdependencia.