Al preocuparnos por la desigualdad que vivimos en Ñuble, un aspecto que primero salta en el análisis es la porfiada brecha entre los salarios de los trabajadores de la Región respecto del resto del país, ubicándose hoy como los bajos de Chile. Sin embargo, tan importante como esa lectura es el rezago salarial interno que se observa en las provincias de Itata y Punilla respecto de Diguillín, que incluye a Chillán y que concentra el 70% de la población de la nueva región.
En un interesante estudio realizado por el Observatorio Laboral de Ñuble (OLÑ) en 2017 se confirma que la precordillera y el secano costero muestran un evidente rezago salarial en casi todos los sectores, como comercio, industria, transporte y administración pública, incluso, en la agricultura. La encuesta Casen, lo mismo que informes del Instituto Nacional de Estadísticas y estudios universitarios, son coincidentes.
Lo anterior demanda una necesaria discusión sobre el riesgo de replicar las inequidades que se observan a nivel nacional y también dentro de las regiones, y que fue uno de los argumentos que se esgrimieron para defender la creación de la Región de Ñuble, una discusión que es muy oportuna en este momento político y social del país, donde se le reclama a las políticas públicas y al Estado terminar con las desigualdades en todas sus dimensiones, incluida la territorial.
Como factores en común del rezago salarial de Itata y Punilla se pueden mencionar la escasa diversificación de su matriz productiva y baja agregación de valor de su producción, lo que está asociado a una menor calificación de su capital humano, ya que sus principales actividades económicas están orientadas a labores extractivas, como los sectores agropecuario y forestal, con un menor protagonismo de la industria y los servicios, a diferencia de lo que ocurre en Diguillín. En ese sentido, la mayor densidad poblacional de Diguillín ha favorecido el desarrollo del comercio y los servicios. Y es que los centros urbanos densamente poblados, como Chillán, tienen mayor actividad económica, lo que se debe principalmente a que la concentración potencia fenómenos como las economías de escala y de aglomeración, y en consecuencia, dicho crecimiento se traspasa en parte a mayores salarios.
Conviene precisar, sin embargo, que en el caso de Punilla se advierte que la actividad agrícola orientada a la exportación y el potencial de desarrollo del sector agroindustrial generan una gran diferencia respecto de Itata, donde predomina una agricultura de subsistencia y de secano, además de deficiencias graves en materia de infraestructura pública, conectividad y acceso a servicios, que le valieron, entre otras razones, la declaración de Zona de Rezago en marzo de 2015.
A partir de esta constatación es que resulta fundamental trabajar por reducir las brechas salariales, nivelando hacia arriba, y no solo por la vía de leyes que consagren derechos sociales y un ingreso mínimo digno, sino también promoviendo desde el sector público estrategias que apunten a diversificar la matriz productiva de la Región de Ñuble con una perspectiva de innovación, agregación de valor y sustentabilidad.